Ha vuelto el tema del dengue a los medios de comunicación. Hay, para la fecha, más casos de los esperados. No podemos hablar de epidemia, pero sí de alarma que debe servir para que las autoridades tomen las precauciones de lugar, y aunque parezca paradójico el problema podría empeorar fruto de la ardua sequía que afecta al país obligando a la población a almacenar agua sin la debida protección lo que hace que se multipliquen los criaderos de mosquitos y por ende las posibilidades de que estos piquen a personas con dengue o a los portadores del virus que no desarrollan la enfermedad y posteriormente a otras personas y así transmitan el dengue.
Estamos en mayo. Las lluvias han de llegar, tarde o temprano, y traerán otros daños a los acueductos, otros criaderos por todos los utensilios y cachivaches dejados en patios, solares baldíos, azoteas, cercas ; por ende, habrá más mosquitos y por una regla matemática simple habrá más dengue.
El Ministerio de Salud debe desarrollar los programas educativos aprovechando que las escuelas no han cerrado, fortalecer los programas preventivos planificados junto a las organizaciones comunitarias, sobre todo en torno a la descacharrización y la eliminación de criaderos y fortalecer la información a los centros de salud en torno a un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno. Insistir, hasta el cansancio, que toda fiebre puede ser dengue y que la aspirina, sus derivados y afines son un serio peligro para estos pacientes.
Estamos a tiempo, no dejemos que nos agarren asando batata y juntemos todos los actores para que al final no nos pongamos a discutir sobre la cantidad de muertos que no deje esta endémica enfermedad, que al decir de mi amigo Guillermo Gonzálvez, no debería matar a nadie.
Les anuncio que este domingo si saldrá la parte complementaria de nuestra propuesta sobre Mortalidad Materna y nos reencontraremos con el XIX aniversario de la desaparición de mi maestro Narciso González (Narcisazo) en la próxima de Cuando sea presidente.
