Insisto en referirme, en su XIX aniversario, al secuestro, tortura, asesinato y desaparición de mi maestro, asesor y ejemplo Narciso González Medina (Narcisazo).

Independientemente de una gallareta que anda parloteando la estúpida e indemostrable versión del suicidio y la autodesaparición, hay que reafirmar que Narciso fue hecho preso por gentes que aún están vivas, que se sabe con lujo de detalles dónde fue llevado, quiénes lo torturaron y los que decidieron enterrarlo en lugar distante para posteriormente meter sus restos en un tanque de 55 galones que rellenaron de cemento subirlos a un helicóptero y tirarlo mar adentro en nuestra costa norte.

Dado que aquí, como siempre sucede, hubo acuerdos de aposento para no esclarecer el hecho, a la familia de Narciso, acompañada por La Comisión de la Verdad, no le quedó más remedio que recurrir a un organismo internacional de justicia: La Corte Interamericana de los Derechos Humanos y ésta evacuó, el año pasado, una sentencia que establece que la desaparición de Narcisazo es un crimen de Estado y conminó al país a propiciar una investigación seria que establezca las condiciones y razones por las que fue desaparecido este magnífico ser humano, luchador social, destacado escritor, investigador cultural, profesor de generaciones y honesto político.

Como esta investigación es una de las cosas que nunca se han hecho, y este XIX aniversario encuentra un nuevo jefe de Estado que pregona como lema eso, no está de más pedirle que cumpla con ello.

Particularmente no estoy muy optimista con que esta administración vaya a cumplir con la sentencia de la Corte Interamericana, y en esas treces seguiré acompañando a Taty y a los hijos de Narciso, lanzando una flor al mar como siempre hacemos al lado del monumento a Fray Antón de Montesinos a las 5 de la tarde del lunes 27, y este domingo, en que la fecha vuelve a coincidir con el Día a las Madres compartiré con Taty un rato, asegurándole que el caso se resolverá Cuando sea presidente.