Prometí seguir comentando las ejecutorias del Ministerio de Salud, pero nos urge referirnos a unas muertes estúpidas. Antes debo reconocerle al Ministro, que, en el caso del brote de Cólera de San Cristóbal está poniendo un buen candado después del robo y aconsejarle que se cuide de unas hienas que tiene cerquita.
La primera estúpida muerte es la de una joven prostituta de 23 años, vecina de unos amigos en Villa Consuelo, que fue asesinada por un obrero con el que había tenido sexo por 200 pesos, y éste, por no pagarle, lo que equivale a dos tercios de un galón de gasolina prefirió matarla. ¡Oh Dios!
Andamos peor que el hombre de las cavernas.
Siguen las de los tres hermanitos muertos quemados en una vivienda pobre de Santiago, dejados encerrados con candado mientras su madre estudiaba en el programa de alfabetización. Los niños de 5, 4 y 3 años, que muy bien pudieron ser dejados a cargo de una vecina, o la madre llevarlos consigo o simplemente ese día no ir a clases, ya nunca sabrán que la primera causa de muerte en niños son los accidentes del hogar.
La otra muerte sin sentido fue la del beisbolista australiano Christopher Lane, en Oklahoma, Estados Unidos a manos de tres jóvenes que estaban aburridos, vieron pasar al deportista Lane y decidieron matarlo por diversión. Para comprender esta insensatez, común en la sociedad norteamericana donde a cada rato un enajenado armado entra a una escuela y dispara a mansalva; leamos lo que dijo la novia de Lane: “Es desgarrador que haya sido una elección al azar hecha por estos chicos lo que alteró drásticamente tantas vidas en el proceso”. Y esta dolorosa valoración del padre Peter Lane: “Fue un acto desalmado y tratar de comprenderlo es un camino corto a la locura”.
Yo creo que es comprensible, pues precisamente el presidente de ese país, se aboca a causar decenas o centenares de miles de muertes, en Siria, valiéndose de una mentira o de una excusa baladí, por eso, en protesta, tal como hice ante la estúpida guerra de Irak, volveré a entrar a Estados Unidos, este 30 de septiembre con una camiseta negra que dirá: No a la maldita guerra, y haré lo mismo cuando sea presidente.
