Esta epidemia de dengue que nos llegó fruto de la falta de previsión de los responsables de impedirla nos hizo posponer para hoy un comentario sobre el nuevo libro de Santiago Castro, que viera la luz de la mano e intelecto, cual magia de la puericultura del saber, de este organizador de historias, cuya existencia me llena de gozo, dado que me brinda un trato de hermano.

Por mucho que me esfuerce en hacer un comentario que busque halagar a Chago, no opacaré la magistral descripción que en la versión dominical de El Nacional del 28 de Julio hiciera sobre la Historia de la Pediatría Dominicana y su autor, el maestro César Mella. Búsquenla. Gracias a la magia de la Internet, pueden encontrarla en segundos.

Nosotros nos limitaremos a señalar, tal y como iniciamos el pasado jueves, que los primeros interesados en tener a mano este compendio de datos maravillosamente organizados son las autoridades de Salud, porque, como dice el refrán; “Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”.

Copiaremos algunas citas que apuntan a una vigilancia y sanciones estrictas en el pasado. Recordemos la de Dengue: página 254 del Código Sanitario de los interventores yanquis: La presencia de larvas de mosquitos en cualquier agua estancada o corriente será prueba de que hay crianza de mosquitos y será considerada como una infracción. Otra es de 1862 en el documento emitido por el gobernador colonial Felipe Ribero conocido como Bando de policía y Gobernación (p. 104), que reza: Los padres, parientes o tutores encargados de niños, los harán vacunar a los seis meses de nacido, pena de dos a cinco pesos. Esta, finalmente, de 1909 en el periódico El Tiempo (p. 239), abogando por una ley en defensa de los niños que procure castigar: desde la nodriza negligente hasta los que inducen al niño a cometer actos impropios o le facilitan los medios para ello; desde el que por descuido es causa de que aquel sufra algún daño, hasta el que adrede los maltrata Estas citas nos servirán Cuando sea presidente.