Opinión

Cuatro de julio II

Cuatro de julio II

Alguien me escribió para recordarme que Obama es, en el gobierno de su país, un prisionero de confianza, ya que el Congreso norteamericano está determinado a demostrar que un hombre negro y de origen humilde, no puede gobernar el país más poderoso de la tierra. De ahí el boicott a sus iniciativas.

Recuerda, me dijeron, que Allende ganó las elecciones, pero nunca tuvo el poder. Necesitaba un consenso de las dos terceras partes de los miembros del Congreso y el apoyo político del ejército para comenzar a reformar lo irreformable: el capitalismo, campo de juego de los hombres propietarios del capital.

Hombre de clase media, a Obama se le olvidó que el capitalismo hace tiempo que no tiene una alianza con la clase media, sino con el improductivo y voraz capital financiero, cuyo Dios es el mercado, el cual aporta medios para subsistir, pero no razones para vivir.

Thomas Piketty, un economista francés, cuyo libro hace furor a nivel mundial, lo dice de manera muy simple: El capitalismo es el enemigo número uno de la democracia, porque es la principal fuente de desigualdad entre las personas. Durante los últimos 30 años ha habido un retroceso económico que amenaza con devolver el mundo al Siglo 19. Tanto el mal llamado libre mercado, como la desregularización financiera han provocado que menos de un uno por ciento de la población mundial sea cada vez más rico y el problema está en el actual modelo de capitalismo financiero, ya que el retorno neto del capital es siempre superior al crecimiento económico.

Capital basado en la especulación financiera, sus frutos pueden medirse en los salarios, que para los ejecutivos es 331 veces mayor que para el empleado promedio y 774 veces mayor que el salario de la clase obrera.

Los asesores económicos de Obama han reaccionado como todos los grandes capitalistas: a la defensiva y con propuestas tan elementales para paliar la crisis que apenan: un aumento de diez por ciento en los salarios, y la construcción de los preescolares.

Quienes toman el pronóstico de Piketty en serio plantean que habría que gravar con un 80% de impuestos los salarios superiores al millón de dólares, y con un 50% los superiores a los $200,000.00

Asimismo, que hay que tasar con impuestos la gran propiedad para asegurar la redistribución económica. Sin tocar el gran capital acumulado no hay propuesta económica que nos salve del desastre.

Empero y muy al margen, la pregunta es si Obama, ya apenas con dos años más en la presidencia, se va a empantalonar y a dar al traste con los estereotipos racistas que lo representan como un hombre inseguro y complaciente ante el poder.

El Nacional

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