Opinión

Cuesta mucho y vale poco

Cuesta mucho y vale poco

El presidente de la Junta Central Electoral (JCE), doctor Julio César Castaños Guzmán, ha revelado que el contribuyente dominicano pagará 29 dólares por cada voto sufragado en las elecciones de 2020, equivalente a mil 377 pesos, lo que indica que la democracia política tiene un elevado precio monetario.

Del dinero público se emplean más de once mil millones de pesos para garantizar a casi ocho millones de ciudadanos el derecho al sufragio, un sacrificio fiscal que partidos y candidatos deberían retribuir con honradez y decencia.

El doctor Castaños Guzmán admite que el voto sale caro, porque se requiere habilitar 16 mil 400 colegios electorales, cada uno con una directiva cuyos integrantes requieren el pago de dieta, además de los equipos y el costo de la organización.

Desde 1998, los contribuyentes han entregado a los partidos políticos 12,220 millones de pesos, suma que se elevará en 2020 a más de 15 mil millones de pesos, lo que indica que el anhelo colectivo de una auténtica democracia se convierte en un sueño muy caro.

Muchos de los partidos no se toman la molestia siquiera de presentar un estado de cuenta de uso y disfrute de los recursos que reciben de la población, por lo que siempre prevalece la sospecha de que gran parte de ese dinero se va por alguna cloaca.

Más penoso todavía es que la mayoría de senadores, diputados, alcaldes y regidores electos en esos comicios incumplen con sus obligaciones para con la colectividad a la que no rinden informes sobre su desempeño, porque parecen convencidos de que se ganaron un boleto de lotería.

En adición a todo ese dinero, el contribuyente debe sufragar también centenares de millones de pesos en mentados barrilitos que los legisladores usan a su mejor discreción, bajo el lema de que lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta.

La queja ciudadana no se expresa solo porque cada voto de ocho millones de electores costará 29 dólares, ni porque los partidos habrán recibido en 2020, más de 15 mil millones de pesos, ni por los barrilitos o cofrecitos, el disgusto se fundamenta en que una democracia cuesta mucho y vale poco.

El Nacional

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