Opinión

¿Cuota femenina?

¿Cuota femenina?

El voto de la mujer representa un poco más del 50% del electorado nacional y partiendo de su incidencia algunos de nuestros líderes políticos plantean cuotas determinadas de candidaturas a puestos legislativos y municipales, con la supuesta finalidad de beneficiarla, cuando en efecto se trata de un absurdo jurídico y un planteamiento que va en desmedro de la anhelada igualdad de género.

Aunque la participación de la mujer en la actividad política posiblemente no asciende al 25% no es motivo para ponerle límite. Además, las candidaturas deben de ser ocupadas por personas que reúnan el perfil requerido, indistintamente de sexo, raza o creencia religiosa. Ser mujer o ser hombre, por ejemplo, no garantiza aportes desde un puesto congresual o municipal a la igualdad de género por la que muchos abogamos.

Me consta que hay legisladoras preocupadas por la violencia de género y la discriminación hacia la mujer, pero ¿cuántas son? A la inmensa mayoría no se le conoce aportes en términos de sometimiento de resoluciones y proyectos de ley, como tampoco se le conoce aportes en ningún aspecto al grueso de los diputados y senadores de sexo masculino.

La mujer dominicana se ha ganado su espacio al insertarse en el aparato productivo nacional y desde hace varias décadas muestra mayores inquietudes de progreso que el hombre, al punto que 65 de cada 100 butacas de las aulas universitarias están ocupadas por damas. La mujer dominicana no necesita que se le otorgue cuota de candidaturas en forma de regalo, pues están dotadas de mejores aptitudes y condiciones morales que el hombre.

Hablar de otorgar un 25, un 35 o un 50% de los cargos electivos a la mujer es un disparate. Lo ideal sería que nuestras mujeres muestren mayor inquietud por los asuntos políticos partidarios y participen en un porcentaje similar al del hombre. Si se logra ese crecimiento participativo en las féminas, adornadas de mejores cualidades intelectuales y éticas, se ganarían más del 60% de los puestos legislativos y municipales.

Son innegables los arraigados valores machistas en nuestro país, inclusive en las propias mujeres dominicanas, pero ese no es principal motivo para que las damas no estén en igualdad numérica en los ministerios, instituciones descentralizadas, en las direcciones y en los cargos electivos. El problema fundamental descansa en que su participación en la política partidaria está muy por debajo a la del hombre.

El Nacional

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