Opinión

Cura en guardería…

Cura en guardería…

Orlando Gómez Torres

El hecho de que no tenga que completar el “chiste” que titula este artículo y que todo el que actualmente lo está leyendo sepa como va a concluir, empieza a describir la magnitud de los problemas de la Iglesia Católica. Hace 20 años asociar a la Iglesia Católica con actos de pedofilia era inconcebible, hoy ya no sorprende a nadie. La Iglesia está en más peligro de sobrevivir de lo que hasta ahora está estimando.

Sólo en lo que va de este año ya son 5 los escándalos de abuso sexual y encubrimiento por parte de miembros de la Iglesia, esto incluye el caso de Chile que forzó a todos los obispos de ese país a ofrecer su renuncia y el horrible reporte de Pennsylvania que involucra abusos a más de 1,000 niños sólo en ese Estado.

Siendo crudos y honestos, más allá de los chistes (que ya son miles), la asociación de sacerdotes católicos con actos de pedofilia se ha convertido en parte del coloquialismo global.

Después de tres décadas de escándalo tras escándalo de abuso sexual de menores por parte de curas, seguidos por el encubrimiento de la cúpula de la Iglesia, progresivamente se ha erosionado la base moral de la que depende para preservar su existencia.

Los principales responsables de la actual crisis de credibilidad de la Iglesia son los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I, que enfrentados a los hechos cometidos por sus curas y el prelado optaron por minimizar la gravedad de la situación y han sido incapaces de implementar reformas adecuadas, cementando una cultura de encubrimiento, deflexión y mentiras en el cuerpo organizacional eclesiástico, evidenciado por la reincidencia en las faltas a lo largo de todo el mundo.

Estudié en un colegio católico y me gradué de una universidad católica, no tengo más que respeto por los sacerdotes y monjas que me educaron o participaron en la administración de esa educación, por lo que me parece una verdadera tragedia que hayamos llegado a una realidad donde la función que desempeñan se vea empañada por los actos de otros y la inacción de sus superiores.

Lo más grave es que la cúpula de la Iglesia se mantiene indiferente al impacto que esto está teniendo sobre la entidad. Del 1995 al 2017 la cantidad de personas que se identifican como católicos en América Latina pasó de 80% a 59%, de no revertirse ese ritmo para el año 2050 la capacidad misma de sostener la institución de más de 2,000 años de existencia va a quedar entredicha.

Entre escándalos de abuso sexual y la complicidad de la cúpula de la Iglesia Católica, el catolicismo se está extinguiendo. Personalmente me preocupan más las docenas de miles de vidas que han sido afectadas por el abuso de personas en las que supuestamente podían confiar, pero imagino que a los católicos también les debería preocupar un poco la supervivencia de su Iglesia.

El Nacional

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