Los casos de abusos de niños cometidos por sacerdotes católicos, no necesariamente tienen que ser atribuidos al celibato ni tampoco a la homosexualidad, como una vez comentó el reemplazado secretario general del vaticano Bertone Tarcisio.
La pederastia tampoco es solo una debilidad sino un delito que marca de por vida a todo el que lo sufre.
La vergüenza de comunicar la agresión a padres o tutores, como el presentarse ante sus amigos y que los acusen de provocadores, hace que muchos de estos ataques no sean denunciados. En tanto que los efectos psíquicos destructivos de la personalidad, la depresión, baja autoestima, y tendencia al suicidio son algunos de los síntomas que se presentan en la victima.
A diferencia de otros países, donde los gobiernos han tomado acciones enérgicas para investigar y someter a sacerdotes que han delinquido, aquí continuamos con las exenciones y privilegios que otorga el Concordato Trujillista de 1954, solo porque desde los púlpitos se puede hacer ganar o perder muchos votos.
Relativizar la pederastia, pedir perdón en el confesionario y solo llamar a oración por las conductas impropias de curas violadores, no es suficiente para resarcir el daño. El pecado también es un delito y, como tal, debe ser castigado en esta vida.
Se dice que fue el Cardenal quien informó al papa sobre las actividades delictivas del nuncio, sin embargo, no lo denunció concomitantemente a la Policía, y tergiversó cuando dijo que la destitución y partida (huida) se debía a otras razones. ¿No es esta una forma de encubrimiento penalizada por las leyes?
Muy a pesar de todos los casos denunciados, nadie está preso. Urge que el Poder Ejecutivo, la Justicia Dominicana, y la Iglesia Católica, envíen un mensaje enérgico a la sociedad de que los crímenes contra los niños no van a continuar impunes
Me permito sugerir al fiscal que tome la iniciativa de la acusación contra el nuncio y otros violadores, a la iglesia católica, que ya es hora de renovar su jerarquía y al presidente revisar el concordato, tal como se previó en la Constitución de 1963.