Antonio Guzmán, considerado el mejor gobierno que ha tenido el país desde 1961 hasta hoy, no solo aplicó fuertes medidas de austeridad, sino que abolió las leyes anticomunistas, abrió las cárceles para poner en libertad a los presos políticos y permitió el retorno de los exiliados.
Además de todo eso, despolitizó las Fuerzas Armadas y la Policía, al tiempo de aprobar leyes importantes que contribuyeron a fortalecer la democracia y la institucionalidad del país. Fue el de Antonio Guzmán, un buen gobierno, sin dudas.
Salvador Jorge Blanco, otro presidente surgido de las entrañas del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, no se quedó atrás. Sus medidas fueron drásticas y amplias.
Aunque los enemigos del PRD solo recuerdan la poblada de 1984 y la condena de 20 años por supuestos actos de corrupción, contribuyó al fortalecimiento y desarrollo del país en metería legislativa, de energía eléctrica y salud, entre otras áreas.
Hipólito Mejía también se vio obligado a un plan de austeridad debido a la crisis económica que encontró al asumir el cargo, pues las finanzas públicas eran un desastre, a tal grado, que no había dinero ni para cubrir la nómina del Estado.
Leonel Fernández hablaba mucho y bonito, pero no cumplía sus promesas. Por el contrario hacía cosas muy feas que pronto quedaran al desnudo no importa que intenten ocultarse tras las cortinas del Palacio Nacional.
El problema, pues, no es de anuncios, ni de circos. Los payasos ya no hacen reír a nadie. Ni los tartufos de la prensa convertidos en velloneras convencen a nadie. El problema es de acción. De hechos concretos.
El encargado de la dirección de Ética y Moralidad pública nombrado por Danilo no tiene calidad moral para cuestionar a nadie. Ocupó ese cargo durante los ocho años del gobierno de Leonel Fernández, considerado el más corrupto y pernicioso que ha tenido el país en toda su historia. ¡Y no hizo nada!
PD: Estoy esperando los sometimientos a la justicia de funcionarios corruptos del pasado gobierno, algunos de los cuales fueron confirmados en sus cargos. ¡Que hablen los hechos, Danilo!
