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Dar más hierba de comer a las vacas, una forma de combatir el calentamiento

Dar más hierba de comer a las vacas, una forma de combatir el calentamiento

COURCITÉ, Francia, 3 Nov 2015 AFP.-  Las 40 vacas normandas de Marie-Françoise Brizard emiten menos metano que sus congéneres -alrededor de 32 toneladas de CO2 menos en lo que va de año, el equivalente a un recorrido de 470.000 kilómetros en coche- todo gracias a su alimentación.

Menos maíz y soja, más hierba. A su manera, esta ganadería de la región de Mayenne, en el oeste de Francia, lucha contra el calentamiento global. Las emisiones de metano de los rumiantes -a través de sus eructos y flatulencias- representan entre el 3% y el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Francia.

En promedio, la agricultura es responsable del 20% de las emisiones mundiales. Y el metano representa el 40% de las emisiones agrícolas. Mientras su esposa lleva a las vacas al ordeño, Luc Brizard se dedica al cultivo. La alfalfa y otras plantas forrajeras ricas en proteínas cubren, junto a los cereales, las 100 hectáreas de colinas verdes de esta granja. La alfalfa, seca, servirá para alimentar a las vacas en invierno, en lugar de utilizar alimentos industriales a base de maíz y soja.

El ganado recibirá también un pequeño complemento de lino, cultivado en estas mismas tierras. Las leguminosas -como la alfalfa- y las semillas oleaginosas -como los guisantes, las habas y el lino- enriquecen la leche de las vacas en omega 3. Estos ácidos grasos, buenos para la salud, eliminan las bacterias que producen el metano. Por lo tanto, las vacas emiten menos gases. Además, el cultivo de alfalfa, rico en nitrógeno -beneficioso para los cultivos- permite a este matrimonio mejorar la calidad del suelo.

 “Simplicidad bíblica” 
“Esta historia es casi demasiado perfecta. Pero se basa en un principio de una simplicidad bíblica: las vacas están hechas para comer hierba”, explica, sonriendo, Pierre Weil. Este ingeniero agrónomo francés demostró “la relación entre el estado del suelo, la salud de las vacas, la de los seres humanos y la del planeta”, con la asociación Bleu Blanc Coeur, fundada hace 15 años. Sus investigaciones recibieron el aval del Instituto Nacional de Agronomía (INRA) y fueron reconocidos por la ONU como un método válido para reducir los gases de efecto invernadero.

Se pueden reducir estos gases hasta un 65%, dependiendo de la dosis alimenticia, pero Bleu Blanc Coeur preconiza atenerse a un 20% para lograr un equilibrio óptimo entre la carga económica, la calidad de la leche y la salud de los animales. Cada mes, la leche que produce la granja de los Brizard es analizada para comprobar que cumple con los criterios Bleu Blanc Coeur. Y, pueden medir el ahorro de emisión de gases de efecto invernadero en un computador, a través del contador “Eco-Metano”. “No hay necesidad de cambiarlo todo” para obtener resultados, afirma Weil. “Un agricultor que alimenta a sus vacas únicamente con maíz, puede por ejemplo comenzar añadiendo un poco de lino”, explica.

Pocos beneficios económicos

Pese al ahorro en los gastos de alimentación, los beneficios económicos de este método son escasos para la familia Brizard. Las lecherías de la zona no están especializadas en la colecta de la leche Bleu Blanc Coeur (de momento hay solo unas 10 en toda Francia). Por lo tanto les compran la leche al precio base y luego la mezclan con la leche corriente. Además, a pesar de las toneladas de CO2 que ahorra, esta granja tampoco se puede beneficiar de la reventa de los bonos de carbono, ya que muy pocas empresas o colectividades buscan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Apenas una docena de granjeros “Eco-Metano” reciben un ingreso extra a través de este método, aunque Weil asegura que pronto se firmarán contratos con municipios franceses. Así que el matrimonio y sus cuatro hijos, que han sufrido la reciente caída del precio de la leche, viven únicamente de la venta de la carne de sus vacas, más rica en omega 3 que las demás. Aún así, la familia Brizard no contempla cambiar la alimentación de sus vacas.

El padre de Marie-Françoise, quien fue primero criador de pollos en batería, decidió en la década de los 70 optar por lo orgánico. “Un día nos dijo: ‘No quiero vender a los demás lo que yo mismo no daría de comer a mis hijos’. Tenía 12 años, y eso me marcó”, recuerda, determinada. AFP

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