Opinión

De salud y otras cosas

De salud y otras cosas

Vísteme despacio….
Que voy de prisa…
Ser lento es sinónimo de ser torpe o ineficaz en el mundo de la prisa que estamos viviendo en este convulso siglo XXI.

La rapidez se impone, todo debe estar listo “al momento y bien”.

Es así como esperar una ascensor, un taxi, una cita con el medico que atiende a otra persona, o sencillamente estar en la fila de un banco, es una experiencia insoportable.

Muchas veces cuando pedimos al computador una pagina “que no baja” o aparece a  tiempo, nos desesperamos.

Las grandes ciudades se han transformado en un avispero donde miles de personas corren de un lugar a otro.

Da la impresión de que no sabemos a donde vamos, pero que avanzamos, como si el día siempre resultare “corto” para el montón de ocupaciones que nos planteamos.

Culturalmente hemos aceptado la prisa. Hay que ver en las horas picos la selva de vehículos que se esta acumulando en la ciudad

de Santo Domingo. Hay que sentir la ansiedad que genera un tapón.

La expresión en ingles “time es Money” nos presiona.

La inseguridad que crea llegar tarde a una cita; la incapacidad de mucha gente de administrar con eficacia la relación tiempo- compromisos y, “el tiempo que nos hacen perder los demás” muchas veces encuentra en la prisa una respuesta.

Actuar de prisa nos resta precisión, nos hace lucir acelerados y con frecuencia cometemos errores.

Un cajero, un piloto, un cirujano, en fin, ocupaciones en donde la precisión es básica y que requiere de comprobaciones y búsqueda de calidad en lo que se hace, son seres humanos de riesgo ante la permanente posibilidad de cometer un error, a veces por la prisa.

La prisa es mala al comer; en le marco de la intimidad sexual; cuando estamos ejecutando un examen en la universidad; al hablar, en fin detrás de la prisa se cuela la inseguridad y el temor de no cumplir expectativas o no poder llevar a cabo una agenda.

 

Séneca decía: “todas las cosas nos son ajenas, solo el tiempo es nuestro”…

Hay que saber perder el tiempo. Como? Se hace necesario partir el día en tres segmentos de descanso. Por ejemplo vaya al baño y medite diez minutos; haga una siesta de media hora y en la tarde haga algo como: recibir masajes corporales, acudir al gimnasio o una sesión de pilates o yoga. Haga pupú y pipí bien despacio.

El que hace de la prisa una estresante forma de vida es candidato a un infarto.

Hay que desenchufar esta perfecta maquinaria cuerpo-mente a la que no damos mantenimiento.

Hay que aprender de la tortuga, no solo porque ganó la carrera a la liebre, sino que ella hace de la lentitud una forma de actuar con talento.

El que quiera resultados en su accionar diario aplique la máxima: “sin prisa pero sin pausa”…

El Nacional

La Voz de Todos