Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

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Con alguna frecuencia escuchamos a alguien decir: “lo tengo en la puntica de la lengua”, haciendo alusión al hecho de que ha estado a punto de recordar algo que tiene muy presente pero que en el acto no le ha sido posible evocar.

El fenómeno de la punta de la lengua (PDL) es un fenómeno casi universal en que una persona tiene dificultades en recuperar una palabra o un nombre que conoce bien.

La  falta de accesibilidad a la palabra y la sensación de la inminencia respecto a su recuperación, son dos de las características claves de este fenómeno.

Es tan preocupante que para vencer el bloqueo nos imaginamos palabras relacionadas.

Se ha dicho que este fenómeno lo experimentamos una vez por semana y es más frecuente que nos ocurra con los nombres propios.

Por ejemplo una persona que se llama Pedro, sabemos que es canoso, alto, que vive en Ciudad Nueva, que nos vimos en Año Nuevo, y tratamos de recordarnos por contigüidad de un famoso apóstol que lleva el mismo nombre, hasta llegamos a saber que el nombre comienza con P… Y sin embargo no caemos en cuenta.  Lo grave es que forzar la memoria la hace más huraña.

La novelista inglesa Jane Austen (1810)  afirmó que “la memoria es, en ocasiones, tan retentiva, tan servicial, tan obediente… mientras que en otras ocasiones es tan desconcertante y débil, tan tiránica y tan fuera de nuestro control”.

El famoso psicólogo norteamericano Williams James (1890) dijo que “el ritmo de una palabra perdida puede estar allí, sin un sonido que oculte su desnudez. Todos debemos conocer el efecto seductor del ritmo en blanco de algún verso olvidado, un baile incesante en nuestra mente que intenta encontrar las palabras precisas”.

Se ha dicho que se recuerda mejor lo que nos agrada o nos remonta a buenos recuerdos y, por otro lado, se reprime u olvida lo que está asociado al sufrimiento o a momentos agradables de nuestro existir.

Una de las teorías propuestas para explicar el fenómeno PDL señala que la causa puede estar en el sonido de una palabra, es más, a veces es más importante que la propia semántica o significado de la misma.

Las palabras contienen varios tipos de información:

Lo semántico, es decir el significado.

Lo léxico, es decir las letras que componen esas palabras, y

Lo fenológico, quiere decir, el sonido.

Claro, está en juego la cultura y el cultivo del conocimiento, la edad y el oficio de la persona a las que nos referimos.

En una entrevista psiquiátrica les conferimos mucho valor a las palabras que se quedan en la punta de la lengua y que el paciente en otras entrevistas evoca, así como la perseverancia en una palabra clave  “como decía mi abuelo”, que remite al examinado a una conexión mágica con sus antepasados.

La enfermedad de Alzheimer a veces da sus primeras señales cuando se pierden palabras y para recordarlas el envejeciente utiliza frases accesorias… “¿Cómo le decían a aquel morenito que vivía al doblar de casa?”, preguntó a su hijo don Julio a sus 70 años.

Termino con un consejo: si el fenómeno PDL se repite con mucha frecuencia, hágase una batería de test especializados en explorar la memoria con su psicólogo de confianza.

El Nacional

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