Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

Muchos seres humanos tienen dificultad para expresar sus emociones y sentimientos.

No voy a hablar de los tímidos.

Me voy a referir a la alexitimia que es –según Enrique Rojas– una dificultad grave para expresar sentimientos positivos.

Son personas frías, distantes, correctas y educadas. En el trato son  distantes.

Todos conocemos a alguien que presenta dificultades para mostrar cariño y cordialidad.

Estoy buscando en mi léxico de calificativos populares el equivalente, pues no  son sangrús, pesaos, densos, etc.

El sujeto que intento describir, con la ayuda del profesor de la universidad de Harvard Peter Sifneos, psiquiatra que en el 1972 propuso el análisis de este defecto del comportamiento interpersonal, es gente de alta disciplina personal.

El alexitímico es cortante, escasamente sensible y poco cuidadoso al cultivar la parcela que tiene que ver con las emociones del otro, esta afirmación la hace Enrique Rojas en su libro “Amigos”.

Entablar una relación con un personaje de estas características es difícil por flexibles y comprensivos que seamos.

¿Por qué? Es que ellos carecen de lo que hoy se llama inteligencia emocional; son torpes en aunar el corazón (sentimientos) con el cerebro (vida afectiva).

Se mueven en la dimensión de valores estrictos: lo justo, lo razonable, lo racional etc., rayando, muchas veces en descorteses.

Cultivan y mantienen pocos amigos, y paradójicamente son excelentes funcionarios o gerentes; cultivan magníficas relaciones con animales y en su biografía rompen “para siempre” con amigos, aunque estos sean de la infancia, acrecentando su soledad.

Sostener una relación de pareja con este almendón no es fácil y detrás de ellos existe “la mujer mártir” que se conforma con decir

“mi marido es el hombre más serio del mundo, pero nunca me ha tirado ni un piropo”….

Este quebranto sentimental es más frecuente en los hombres que han sido formados duramente en su infancia con una falta de educación sentimental  y bajo el lema de “los hombres no lloran”.

El que es así sufre, pero no tiene la voluntad de cambiar.

El que posee estos rasgos se refugia dentro de su soledad en actividades que sabe tendrán su recompensa.

Grandes novelistas, pintores, escultores, en fin creadores, han estado signados por este comportamiento.

Se les hace difícil recibir halagos y reconocimientos, pero son tacaños en halagar y reconocer a otros.

Como diría una de mis pacientes, “es que no se deja querer”…

No voy a recomendarle que procure ayuda profesional, máxime después de los 18 años, pues como diría mi abuelo, “son genio y figura hasta la sepultura”.

Muchas veces se prefiere tener un amigo así, pues son previsibles y poco dados al allante y la adulonería.

Paradójicamente son “gente de palabra” y sumamente cerrados a la hora de aceptar invitaciones, pues dicen con mucho orgullo:  “Yo no me junto con todo el mundo”.

Están donde menos te lo imaginas y uno de sus orgullos es que se mueven en bajo perfil, “ese hombre es invisible, pero no se te ocurra meterte con él”…

En una estructura de mando suelen ser autónomos y fiel a un solo jefe, para la apreciación de los otros estamos frente a un ser humano que “se traga una espada sin eructar y la evacua íntegra”.

Lo que antecede no es psiquiatría científica, pero si una aproximación a un comportamiento que debemos entender, respetar y si ese es su caso, tengo poco que aportarle…

El Nacional

La Voz de Todos