Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

Hoy pensaba escribir sobre la gente que “se ahoga en un vaso de agua”. Se trata de una voz popular que califica a personas “poquitas”, que se agobian fácilmente por cualquier incidente menor y que son abatidos por la inseguridad y el  miedo a fracasar.  Prometo estudiar ese comportamiento  y ofrecerles algunos consejos en el futuro.

Se me ocurrió que muchos seres humanos suelen arrepentirse de las travesuras que cometieron cuando eran adolescentes, entre otras cosas, el haberse puesto en contacto fugazmente y por curiosidad con la marihuana.

Se me ocurrió hacer una tipología  del votante dominicano más allá de las filiaciones partidarias.

El que se decide a última hora; el bronco paranoides, que es aquel que ni su esposa sabe por quién va a votar; el fanático, igual que en la pelota, nunca traiciona a su equipo: en mi caso con Las Estrellas Orientales.

Un día como hoy debo ser prudente, y cuidar mi columna y la línea del periódico, pues la gente que me conoce hace tiempo que me vio el refajo.

Lo cierto es que desde la famosa polémica entre Heráclito y Parménides  y, muchos años después, lo afirmado por Hegel, se habló sobre la necesidad del cambio.

Le pregunté a un conserje del edificio en donde vivo: ¿Qué usted ha aprendido de esta campaña?  Me contestó que nada.

Cuando se apruebe la Ley de Partidos  yo espero que mejoremos en tres aspectos: la rendición de cuentas; la transparencia y, sobre todo, la instauración de los debates televisivos entre los dos principales contendores.

Al igual que en Costa Rica, debemos hacer simulacros de elecciones en la escuela primaria, para inculcar en los adolescentes la necesidad de votar como derecho y como deber en un país que, como el nuestro, la abstención (indiferentes) ronda el 30 %.

La mentira, el falseamiento, la simulación y la disimulación que exhibe un entrevistado ante un sondeo o una encuesta (métodos de medición de tendencias totalmente diferentes), es una realidad que aumenta el margen de error de un vaticinio.

Veamos algunos ejemplos:

 Respondió que va a votar por D porque teme perder algún beneficio, pero lo hará por H.

Dijo que votaría por H, para “estar en la moda”, pero aún no está seguro de lo que hará frente a las urnas.

Con firmeza aseguró que votaría por D, pero no tiene cédula  (mintió);   ayer salió hacia Australia o sencillamente, su grupo de apoyo no le consiguió “la grasa para trasladarse a Pedernales”.

Así las cosas hay un hecho que no se ha medido: ¿Cuáles son las razones íntimas del abstencionista e indiferente que se queda en su casa y cuyo porcentaje ha venido sosteniéndose sobre el 25% en las últimas cuatro elecciones?

¿A quién beneficia que vote mucha gente y a quién perjudica que sufraguen  menos?

El voto nulo, el voto en blanco, el voto observado y la cantidad de garabatos que desaprensivos colocan sobre la cara de los candidatos debe ser objeto de un análisis en profundidad.

Al igual que en el carnaval, hoy domingo, todo el mundo se siente igual, es decir que el voto del recogedor de botellas vacías y el del presidente de un Banco, cuantitativamente valen lo mismo.

Si usted es de mis lectores fieles, alístese ahora mismo y vaya a votar, pues a las 6:00 de la tarde todo estará consumado.

El Nacional

La Voz de Todos