La decisión de acudir a un psiquiatra por voluntad propia para tratar sus intimidades es una actitud cada vez más frecuente en estos tiempos llamados modernos.
En la primera cita te expones a reflexionar con la ayuda de otro ser humano (el terapeuta) con el objetivo de adoptar nuevos modelos de pensar y actuar.
Además de contarle los aspectos relevantes de tu vida es necesario que expreses tus expectativas y metas.
¿Qué es lo que más te preocupa de ti y de los tuyos?
Una primera cita debe establecer bien claro la relación entre el presente y el pasado; los síntomas más relevantes que pueden ser depresión, ansiedad, insomnio, etc.
El estilo de atención, sus costos, sus horarios y todas las interrogantes, como el tiempo aproximado deben quedar claros.
Dice la gente que cuentas claras conservan amistades.
¿Cuáles son los derechos del paciente?
El primero es a ser escuchado. Si eso no ocurre y no te sientes satisfecho: cambia de médico.
El segundo derecho es que deben ser respondidas todas tus preguntas: Doctor, ¿donde se entrenó usted; de qué forma actúa su terapia? Un ofertador de servicios transparentes no sólo debe mostrar sus competencias certificadas, sino que debe responder con toda transparencia y sinceridad a su atendido desde la primera consulta.
Y finalmente: el derecho a ser atendido conforme al conocimiento actualizado de las ciencias de la conducta humana y con apego a la ética profesional.
Doctor, los tres últimos psiquiatras que han atendido a mi hijo piensan que tiene esquizofrenia, ¿usted me lo va a curar?
De confirmar el diagnóstico la respuesta debe ser tajantemente sincera: Señora, este es un quebranto cuyas causas no se conocen aún; los pacientes mejoran muchísimo con un buen tratamiento, pero yo no le puedo hablar de curación.
¿Qué es un buen terapeuta?
Trabaja sin prisa.– Y no apabulla a su atendido sobrecargando las consultas.
Es sincero.– Explica con crudeza cuál cree el origen del problema y las alternativas de cambio posibles, haciéndole saber al paciente que él debe trabajar fuerte en la modificación de su conducta.
Habla claro.– Explica como maestro de escuela todo el proceso y si fuera necesario darle tareas por escrito.
Es realista ante el problema.– Usted debe aceptar su cáncer y convertirse en un gladiador en busca de mejor calidad de vida.
Aquí nos quejamos de que en Estados Unidos al pan, pan y al vino, vino a la hora de dar el diagnóstico, pero es preferible una verdad dolorosa y bien guiada, que una mentira piadosa.
Es receptivo.– Acepta sugerencias de sus pacientes. ¿Quién es el médico, usted o yo?, le dijo en tono áspero a su paciente ante una correcta sugerencia un ogro de los que aparecen en el mercado.
Es todo un profesional.– Se convierte en aliado de su paciente y no en un tirano que atemoriza al enfermo.