Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

Cuando observo el caos y la falta de educación vial en el tránsito y los insultos que se profieren entre conductores, me irrito. Al constatar a seres humanos “haciendo pipí” en plena calle sin el menor sonrojo, fantaseo con cortárselo.

 Creo que una de las grandes crisis de esta sociedad está en los modales y en la educación formal en general.

Baltasar Gracián fue un escritor español nacido en 1601 que perteneció a la orden de los jesuitas.

Don Gustavo Tavares (1966) solicitó la traducción de una de sus obras cumbres al filólogo Mario Suárez Maril y circuló en el país auspiciado por EDUCA, me refiero a  “El arte de la prudencia”.

Se trata de una colección de sentencias que vienen al canto, como dicen los españoles, a propósito de este destape en que vivimos.

“El que triunfa, no tiene que estar dando muchas explicaciones. A la mayoría no le interesan los detalles de cómo logro el éxito, sino los resultados”.

Selecciono este primer aforismo de don Baltasar pues me recuerda una frase que usa mucho mi querido Yaqui Nuñez,  “Los derrotados del éxito ajeno son un gran ejército”.

“No hay mayor discreción que no darse por enterado”.

En Psiquiatría, en las religiones y en la política esta es una conducta clave.

“Al hombre sabio le son más útiles sus enemigos que al necio sus amigos. A muchos sus enemigos les fabricaron su grandeza”.

Tengo en la punta de la lengua el nombre de cinco políticos, tres de ellos muertos, que le viene como “anillo al dedo” lo precedente.

“Gobernar es, en gran parte, no darse por enterado. Hay que dejar pasar la mayoría de las cosas entre familiares y amigos, y más entre enemigos”.

Aquí podría estar aludiendo también a grandes empresarios.

“Gran habilidad supone poder depositar confianza en quien podría haber sido un rival, y hacerlo defensor en lugar de enemigo de su bien nombre”.

No es de Maquiavelo sino de Baltasar esta afirmación. En nuestro país existió un presidente hábil en rehabilitar enemigos.

“Cree mucho quien nunca miente y es muy confiado el que nunca engaña”.

En el lenguaje popular a los serios y honestos suelen cogerlos de tonto.

“Aun teniendo la razón hay que saber ceder: la gente reconoce dónde está la razón y admira la hidalguía”.

En República Dominicana hace más de un año la principal fuerza de la oposición política se desgarra en una crisis comunicacional, de intereses económicos, de egos inflados y de falta de pragmatismo estratégico.

Muchos matrimonios se han restablecido cediendo.

Los contendores no saben que  el estadio (gente de a pie) sabe más que los dos boxeadores donde está la debilidad progresiva y las razones intimas de los desacuerdos.

La sociedad conoce el término hidalguía, que incluye humildad, aceptación de errores, limitación en ambiciones personales.

Los líderes mundiales de estatura nunca le dieron cabida al chisme, al rencor y muchos de ellos perdonaron a  pesar de ser ateos y en el marco de dos guerras mundiales supieron admitir errores y pedir excusas.

Yo llamo a mis amigos que dejen a un lado por un segundo los Estatutos y lean “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián.

¿Y por qué?

Pues cuando venga el abrazo en primera plana nadie creerá que es un acto de sinceridad sino de conveniencia electoral….

El Nacional

La Voz de Todos