Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

I de III

Prácticamente todos los placeres, como la belleza, la música, el sexo y hasta el ejercicio físico, se asocian con la producción elevada de dopamina (sustancia que se produce en el cerebro cuando experimentamos placer), lo mismo ocurre cuando consumimos una comida rica en grasas y azúcares.

Aunque el comer es placentero, consumir un exceso de calorías se asocia a sobrepeso, y éste a la obesidad.

Más del 15% de la población mundial tiene exceso de peso, de acuerdo a su edad y a sus dimensiones corporales, de ese grupo una parte importante padece de obesidad mórbida, que es una condición que casi siempre se asocia o facilita la aparición y desarrollo de enfermedades como la hipertensión y la diabetes.

La doctora Aurelia Suero, médico nutrióloga y acupunturista que ha escrito conmigo estas entregas para la revista NUTRITIVA H, afirma que “El consumo desmedido en la cantidad de comida, puede responder a una urgencia fisiológica, a una enfermedad orgánica que hay que investigar o a un desorden mental mayor como la bulimia nerviosa, o asuntos culturales, mañas o caprichos pasajeros”.

Se cree que en el cerebro hay vías comunes que son las responsables de la sensación de placer que produce el consumo de alimentos y el uso de drogas. Por ejemplo estudios realizados en ratas de laboratorios muestran que el consumo excesivo y repetido de azúcar puede sensibilizar los receptores cerebrales de la dopamina, de un modo similar a lo que ocurre cuando se consume cocaína.

Estudios realizados en personas mediante técnicas que permiten ver imágenes de la estructura y funcionamiento del cerebro, demuestran que también existen similitudes entre las respuestas de nuestro organismo frente a una comida apetitosa y el abuso de drogas, porque la liberación de dopamina ocurre en las mismas estructuras íntimas del cerebro (neurotransmisión y neuro-recepción).

¿Qué es el trastorno de alimentación compulsiva?

Es un desorden muy común en la población que fue reconocido por la Asociación de Psiquiatras de los Estados Unidos (APA) en 1994 en su manual de clasificación de los quebrantos mentales (DSM-IV).

Esta condición afecta a cualquier persona sin importar edad, sexo o condición socio económica, incluso puede ser una persona delgada, normal o gordita. Tiene sus orígenes en condicionantes genéticos, biológicos, implicando a los sistemas digestivo, endocrino  y nervioso. A esto se añaden los hábitos culturales y domésticos que se van aprendiendo desde la temprana infancia.

La disponibilidad de alimentos, la oferta, la preparación de los nutrientes, el mercadeo en los medios de comunicación en donde los hábitos se combinan con los estresantes, el beber, el fumar y el comer… etc.

¿Esto es frecuente?

Entre el 2 % y el 5% de la población general presenta alguna variedad de ingesta compulsiva. En términos de género las damas  aventajan a los caballeros en proporción de frecuencia en el orden de  3.5%  contra 2 %.

El trastorno de alimentación compulsiva se encuentra en un 30% de las personas que están siguiendo un programa de control de  peso bajo supervisión médica. No todos los obesos son comedores compulsivos y no todos los comedores compulsivos son obesos.

La doctora Aurelia Suero y un servidor te invitamos a leer las tres entregas de este interesantísimo tema.

Hasta el próximo domingo.

El Nacional

La Voz de Todos