Opinión

DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

César Mella

Doctor, atiéndame bien  (I de II)

A Vinicio Calventi y a Hugo Mendoza

Médicos de Hospitales Públicos

Las necesidades de salud de la población y la forma en que son atendidas refleja de forma inequívoca el desarrollo de las naciones en políticas públicas.
En nuestro medio y a pesar de poseer dos leyes (Seguridad Social y Ley General de Salud), un incidente inesperado en la salud de un miembro de la familia (cáncer, accidente automovilístico, una urgencia que amerite ingreso y cirugía, etc.), implica una inversión económica que a veces descontrola todo el futuro de una familia completa.
De lo anterior, no se salvan ni siquiera los que “están asegurados”…
El uso excesivo de la tecnología; el costo de los fármacos, los honorarios profesionales y, los gastos en hotelería e insumos, hacen que un ingreso de 15 días en un centro privado de modestas condiciones pueda rondar los 100 mil pesos a la hora del alta y del cierre de cuenta.
Por ejemplo una paciente femenina de 25 años que ingresa por dolor de cabeza, depresión e ideas de suicidio, ameritó una resonancia magnética, tres fármacos, cinco sesiones de electroshock e interconsultas con un neurólogo y un cardiólogo.
Además de que los “seguros” no cubren, en su mayoría, los eventos psiquiátricos, a esta cuenta se agregó los días que la paciente falto a su universidad, a su trabajo y el estigma que siempre va unido a un ingreso involuntario de este tipo.
La atención a la salud de los más necesitados, debe ser solidaria, es decir, que los sectores de mayores ingresos deben contribuir al sistema para proteger a los más desvalidos.
Se dice que cuando el menesteroso enferma, “le caen los palitos”, queriendo expresar que todas las complicaciones afloran…
En un país con más de dos millones (sumados), entre hipertensos, diabéticos y enfermos mentales crónicos), se dice que la atención pública“ gratuita” es un barril sin fondo, signada por el desperdicio y la falta de controles de todo tipo, mientras que el sector privado contabiliza las jeringas, las gasas y “cada gota de suero” para incluirla en la cuenta a la hora de despachar de alta al paciente, no importa que éste haya muerto.

Las empresas que proveen servicios, a la hora de calcular la relación costo-beneficio-cobertura, restringen las facilidades que prometieron a sus afiliados.
No se tiene libertad de escoger al médico que nos guste; ni hablar de cirugía plástica o de psiquiatría, si tienes más de cierta cifra de consumo de medicina te objetan; el número de días de ingreso y de interconsultas es limitado. Quiero decir que cuando una ARS te acepta como socio lo hace con una sonrisa, pero a la hora de tú reclamar como enfermo, te responden con una cortada de ojos.
La filosofía de muchas de estas agencias es clara: ¿cuantas gentes aseguro?, ¿cual es el margen de beneficio?, ¿que les puedo cubrir u ofertar para que el negocio deje utilidades?
En esta selva de ofertas y demandas, las relaciones interpersonales y la manipulación política se imponen.
Y lo difícil es establecer la calidad de la atención; la rigurosidad en el diagn´´ostico y en el tratamiento y, sobre todo, una especie en extinción: que te traten bien, con dignidad y con cariño…

El Nacional

La Voz de Todos