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Debajo de elevados, submundo en donde conviven indigentes y enfermos mentales

Debajo de elevados, submundo en donde conviven indigentes y enfermos mentales

Debajo del puente de la Máximo Gómez con avenida Paseo de los Reyes Católicos varios hombres y una señora duermen a la intemperie. Aquí cocinarán y harán todas sus necesidades.

SANTO DOMINGO.- Debajo de elevados y puentes existe un submundo habitado por personas invisibles a los ojos de las autoridades.
Entre basura, ratas y alimañas conviven seres humanos con demencia, indigentes y adictos que abandonaron o fueron echados del entorno familiar.
Cada día son más las personas que se alojan en esos espacios públicos en donde comen, hacen sus necesidades y duermen, hasta que el día inicia otra vez.
Muchas de esas personas, que más bien parecen zombis en harapos, sucias y mal olientes, generalmente sobreviven en condiciones extremas, con enfermedades físicas y mentales que al no ser atendidas a tiempo llegan a convertirse en crónicas.
Según las características observadas estos mendigos podrían ser clasificados de tres maneras, aunque todos dentro del marco de la indigencia: enfermos mentales, indigentes y drogadictos.
Enfermos mentales
Solo una mirada basta para deducir cuáles de entre los indigentes son enfermos mentales, pues por lo general su comportamiento los delata al instante. Aparte de su vestimenta desecha deteriorada casi por completo, cuando no están semi o totalmente desnudos, viven ajenos a la realidad y no interactúan con nadie. Deambulan sin una dirección fija y se movilizan entre los vehículos en marcha sin importarles el peligro.
Otro factor a tomar cuenta es que casi siempre andan con grandes sacos o bolsas de basura, que cargan de un lugar a otro y que cuidan como si de eso dependieran sus vidas. No tienen lugar fijo donde estar, y duermen donde les tome la noche.
Enfermos mentales, “locos” o enajenados, no importa cómo quieran llamarlos, lo que sí es seguro es que son seres humanos, con algún tipo de padecimiento psicológico, que deambulan por las calles de la capital y el resto del país, escenificando un desagradable drama humano, sin que las autoridades del Ministerio de Salud Pública ni ninguna otra hagan algo al respecto.
Indiferentes, abandonados por sus familias y por un Estado que tiene en su agenda otras prioridades, estos hombres y mujeres hambrientos, mal olientes, no recuerdan o no saben sus nombres y aunque son múltiples los factores que activan el detonante para que terminen en esos traumas, lo más urgente para solucionar es que viven a la intemperie, al abandono y olvidados.
Anteriormente la Ciudad Colonial era el área que concentraba la mayor cantidad de personas con problemas mentales e indigentes de otras características, debido a la escasa vigilancia y la gran cantidad de iglesias, parques y restaurantes en los que abandonarse. El gran flujo de personas y turistas que transitaban por sus calles les daban limosna y sobras de alimentos.
Hoy día no es así, ya que las grandes estructuras de concreto de los elevados pasaron a ser otra opción mucho más eficiente y atractiva, pues encuentran cobija, un lugar donde pedir, comer y hacer necesidades fisiológicas.
Mujer abandonada
Desde hace más de dos meses una mujer con claros síntomas de enfermedad mental se encuentra tirada en una de las aceras de la avenida Paseo de Los Reyes Católicos en los alrededores de la urbanización Brisas de la Isabela, en donde, según lugareños, ha sido violada en reiteradas ocasiones por drogadictos de la zona.
La mujer de unos cincuenta y tantos años, solo vestida con un sucio t shirt gris y envuelta con una sucia sábana permanece día y noche bajo sol, lluvia y sereno acostada sin que nada aparentemente le importe.
“Ella está semidesnuda y se para algunas veces, solo a recoger fundas llenas de basura. Las trae las tira ahí y luego se acuesta. Algunas veces le traen comida se la come y ahí se queda. Si alguien le tira o da dinero ni siquiera caso le hace”, expresó Antonio Guillén, residente del lugar.

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Sólo palabras
Una noticia reseñada en la prensa nacional en septiembre del año pasado daba cuenta de que el director de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, doctor Ángel Almánzar, anunció que esa entidad identificaría y recogería a las personas con enfermedades mentales que deambulan por las calles del país, a casi un año de la información nada se ha echo.
Indigentes
Cuando cae la noche los principales elevados de la capital empiezan a poblarse poco a poco de hombres sin hogar que pernoctarán ahí, sobre tierra o cemento y con cartones utilizados como camas. No hace falta energía eléctrica. Los faroles de los vehículos y las luces del alumbrado público les proporcionarán la visibilidad requerida.
No se preocupan por encontrar agua para el aseo, menos aún por un sanitario para hacer sus necesidades. La oscuridad de los rincones les proporciona la privacidad si es que les importa. Solo buscan descansar sus pies mal calzados y su cuerpo cansado de vagar y sufrir.
Algunos indigentes (sin techo o irresponsables) gozan de su lucidez y facultades físicas y al parecer viven en esos lugares por no tener dónde hacerlo, por descuido o simplemente por oportunismo.
En otras palabras, son individuos que con el pretexto del desempleo y la falta de oportunidad o simplemente por no asumir responsabilidades (pago de alquiler, manutención, agua y electricidad) deciden vivir el día a día y dormir donde les coja la noche.
Otros tendrán una y mil razones e historias para sobrevivir de esa manera, pero al final el Estado y las autoridades municipales son responsables de permitir que desarrollen en esas condiciones sus vidas.
Drogadictos
Los drogadictos son quizás los últimos en la cadena de la indigencia, pues su único fin en la vida es parasitar para drogarse de cualquier forma, son una especie de hienas humanas pues se alimentan de lo que puedan robar (incluso a otros indigentes), pedir o cualquier cosa que aparezca y se pueda comer. Son los llamados “piperos” o “huele cemento”.
Esta clase de indigencia la llevan adictos y delincuentes de baja monta que se han convertido en parásitos sociales por innumerables razones, entre las que se encuentra la expulsión de sus hogares y localidades, por los delitos cometidos en su propias casas y en sus barrios.
Sitios
En el área verde debajo del puente de la Máximo Gómez con avenida Paseo de Los Reyes Católicos el drama es más propio de Dante Alighieri en la Divina Comedia. Cinco hombres y una pobre anciana duermen a la intemperie.
Olvidados entre cartones malolientes y la dura tierra que le sirve de cama, sobrevivir, sufrir y morir es la única esperanza de estos marginados bajo el cielo gris del concreto.
También el elevado de la avenida 27 de Febrero, desde la cabeza del puente Duarte, hasta la calle Barahona diariamente sirve de cobija a indigentes que empiezan a llegar desde que anochece para tener un lugar donde poder pasar la noche y no ser víctimas de las inclemencias del clima (frío, lluvia y sereno).
Calles, avenidas, parques y áreas verdes del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo son copadas diariamente y a todas horas por esos seres olvidados por familiares, amigos y autoridades, que luchan por sobrevivir, sin saber que lo peor cuando termina un día es que otro iniciará mañana.

Apunte

Indigentes
Consultando datos en la Internet se puede percibir que el problema de la indigencia y de los enfermos mentales en las calles de República Dominicana, es un mal que a pesar de lo deprimente no es tan grave y que por la cantidad de esos individuos que viven a la intemperie la solución a manos de Salud Pública y los ayuntamientos es solo de tener la intención.

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El Nacional

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