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Deportes Profundo

Deportes Profundo

Separados, no divididos
El Comité Olímpico Dominicano y el Ministerio de Deportes han encontrado, para bien de todos en nuestra comunidad deportiva, espacios de armoniosa convivencia en el espectro dominicano en base a lo que interpreto como una fórmula plausible: separados pero no divididos.
Parecería como si sus principales líderes estuviesen imbuidos de la legendaria frase expresada por el político mexicano Benito Juárez en el manifiesto de 1867 cuando señaló que “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Esa es la imagen que se proyecta hacia el exterior y que nunca estuvo más vívida que en los pasados Juegos Centroamericanos y del
Caribe de Barranquilla, donde los máximos dirigentes del deporte dominicano –Luis Mejía Oviedo y Danilo Díaz Vizcaíno- fueron testigos presenciales y animadores de excepción de nuestro mejor desempeño histórico
en la justa regional.
El deslinde de los campos de acción de cada organización dentro del quehacer deportivo nacional e internacional contribuye al diálogo franco, al estudio y análisis conjunto de las necesidades de cada disciplina deportiva y las disponibilidades financieras, y también a evitar asperezas y disgustos relacionados con la preeminencia de una institución sobre la otra.
En el devenir de las relaciones entre ambas instituciones no todo ha sido color de rosa o un día de picnic.
Hubo épocas pasadas
y recientes de contradicciones negativas,
de irrespetos velados
y manifiestos que afortunadamente han sido superados con la esperanza de que sea una situación sostenida.
La prudencia se define como una virtud que conduce a las personas a desenvolverse con cautela, moderación, sensatez y discreción, respetando siempre el criterio de los demás.
La misma ha sido descrita en innumerables aforismos.
Sin ser diplomáticos
de academia, aunque pragmáticos en el accionar, tanto Mejía Oviedo como Díaz Vizcaíno han asumido ese papel que presume tacto y cortesía, así como la oportuna escogencia de momentos para hablar y los adecuados
para callar.
Ya lo dejó plasmado
el famoso trompetista Miles Davis: “El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos”.

El Nacional

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