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Deschamps, el pragmatismo triunfante

Deschamps, el pragmatismo triunfante

París. EFE. Didier Deschamps no tiene complejos a la hora de celebrar su Mundial pese a no haber hecho un juego brillante. El técnico vascofrancés asume que su seña de identidad es el pragmatismo y una capacidad fuera de lo normal para motivar a sus tropas.

“No abandonéis nunca”, les ha repetido una y otra vez a un grupo de jóvenes talentos a los que ha conducido a conquistar en Rusia la segunda estrella 20 años después de que fuera el capitán del equipo que se proclamó campeón del mundo por vez primera en su territorio.

Deschamps ha aprendido a convivir con el “sambenito” que le han colgado de ser un entrenador con fortuna, una imagen representada en Francia con una gata que le acompaña en todos sus éxitos.
Las tertulias deportivas de radios y televisiones ironizan incluso reproduciendo el sonido de un felino cuando hablan del seleccionador que les ha llevado al paraíso.

El propio Deschamps bromeó sobre ello cuando un periodista africano le preguntó por su celebérrima fortuna en la rueda de prensa posterior a la final en el estadio Luzhniki: “Si hasta en Kenia hablan de eso, no me lo voy a quitar nunca de encima”.

Suerte o no, Deschamps ha regenerado a un equipo que heredó roto. “Puede que consideren que no hemos sido los mejores, pero si somos campeones del mundo debe ser que hemos hecho las cosas mejor que los demás”, asegura el entrenador, satisfecho de su obra.

EL DATO

Al técnico francés,

nadie le ha otorgado dotes de estratega, pero se ha servido de su capacidad de adaptación para igualar al brasileño Mario Zagallo y al alemán Franz Beckenbauer, los dos únicos que, hasta ahora, habían ganado el Mundial como jugadores  y como entrenadores.

El Nacional

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