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Describe un Sión Tropical en Sosúa

Describe un Sión Tropical en  Sosúa

 

Allen Welles es un académico historiador que llegó a Sosúa, provincia de Puerto Plata a los 22 años, con sus padres y 754 judíos más, traídos por el dictador Rafael Leonidas Trujillo en agosto de 1940, para evadir el abominable holocausto contra el pueblo judío que dispuso el dictador alemán Adolfo Hitler con saldo horrible de más de cinco millones de víctimas del prejuicio racial anti semita y anti romaní (gitanos).

En 1938 el presidente estadounidense Franklyn Delano Roosevelt convocó una conferencia para tratar el caso de los judíos perseguidos por el III Reich, en Evían, Francia, y 24 meses después, el generalísimo Trujillo ofreció respaldar la propuesta, ofreciendo asilo a 50 mil judíos que a la postre resultaron 757. Solo República Dominicana de 32 países que asistieron a Evían aceptó inmigrantes judíos, ni siquiera el mismo Roosevelt que la propició.

En el fragor del sohá, y aún hoy, los siete millones de judíos del planeta agradecen a Trujillo su gesto, sin importar sus conveniencias políticas, que las hubo, y muchas..

Trujillo maniobró conforme a las instancias de la conveniencias para recobrar la confianza y el acercamiento perdidos por el gobernante norteamericano al dictador dominicano por la masacre que dispuso entre octubre tres al cinco de 1937 en que resultaron muertos más de cinco mil nacionales haitianos residentes ilegales en territorio dominicano.

Es menester recordar que en 1939 se inició la II Guerra Mundial y aunque Estados Unidos se involucró en el conflicto el 7 de diciembre de 1941 en que se produjo el ataque artero a la base naval de Peral Harbor en las islas Hawai por el Mikado, el mar Caribe es un gran lago de cardinal importancia para Estados Unidos, y la principal motivación es donde está el canal de Panamá, crucial para la marina mercante y mucho más para el paso de naves militares.

Normalizar las relaciones con Trujillo y éste con Roosevelt eran el corolario del momento por altas conveniencias recíprocas que determinaron en el primero aceptar la sugerencia del segundo surgidas del conversatorio de Evían.

El secretario de Estado nortemericano, Cordell Hull nunca ocultó su inclinación por Trujillo, expresándose que “es uno de los grandes hombres de América Central y el mayor de Sud América”, un concepto fallido de geografía, porque RD es parte central del Caribe.

Cordel Hull firmó con Trujillo en Washington, D. C. liquidar la deuda externa dominicana el 7 de septiembre de 1940 ascendente a US$9,401.855.55 (César Herrera: “.De Harmont a Trujillo”, página 222), y desde antes sostenían vínculos muy cercanos. Hoy (2014) la deuda externa sobrepasa los US$17 mil millones.

La oferta de Trujillo fue ipso facto secundada por la American Jewish Joint Agricultural Corporation (Agro-Joint) que formó la Dominican Republic Settlement Asociación, Inc (Dorsa), que administró el proyecto de asentamiento, colonización e implementación para adiestrar a judíos de Alemania, Francia, Suiza, Austria y posterior de Shanghai, China, en manejos de avicultura, hatos, lechería y elaboración de quesos, mantequilla y embutidos, todo muy ajenos a sus manualidades y conocimientos, y donde el espíritu hebreo de superación reiteró su tradicional referencia laudable, cónsono con su milenaria vocación irrenunciable identitaria.

Ese respaldo original de Trujillo al asentamiento judío en Sosúa fue secundado por la hospitalidad que le brindó desde el principio, hoy incólume, a los 757 judíos que se establecieron en el virtual páramo que era la comarca sosuense, que reconoce Welles en la página 375 de su documentada obra, realizando sus cultos sin trabas hasta hoy que existe una sinagoga en la avenida Sarasota de Santo Domingo y un cementerio judío en la calle 17 de la capital dominicana., donde reposan restos de sobrevivientes del soha de Auschwitz-Birkeneau.

Con el beneplático de Trujillo de asentar hebreos en Sosúa, además de un gesto de congraciarse con Roosevelt, el dictador contemplaba su psicosis de blanquear a los dominicanos, un apelativo que lo condujo siempre por los vericuetos insondables deleznables del racismo de la negritud, que rechazó, a una estirpe precisamente perseguida por el racismo hitleriano.

Es grato a la memoria del autor innumerables momentos inolvidables disfrutados en la playa de Sosúa y en el restaurant Garden City, rústico, de madera y techado de zinc, con plafond, como eran las casitas de los pioneros colonos en El Batey, hoy una sombra del original, en que sobreviven unos pocos del rotar inclemente del tiempo, y desde un principio muchos consiguieron emigrar a Estados Unidos por motivaciones elementales, y donde la colonia alemana, una paradoja y dicotomía burlesca de la historia, es hoy la mayoritaria.

Allen Welles recrea y reseña los avatares rigurosos que superaron los colonos judíos de Sosúa en una obra asaz documentada, que precedieron Josef David Eichen en su opúsculo “Sosúa, Una colonia hebrea en RD” (1980) y Jean Ghasmann Bisainthe en “Los Judíos en el destino de Quiqueya “(2006), con el respaldo que ha negado a autores dominicanos del Archivo General de la Nación y del historiador Bernardo Vega Boyrie.

El Nacional

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