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El mismo saco

Danilo Medina ha reclamado, en un acto de la FINJUS, frente a juristas y representantes de otros sectores sociales, que no se le eche en el mismo saco en que la sociedad ha colocado a políticos, y funcionarios del Estado sentenciados jurídica o socialmente como corruptos.

Es decir, que él no es “más de lo mismo” y que espera ser juzgado por sus hechos y acciones personales.
Algo similar dijo en una ocasión Joaquín Balaguer durante sus primeros largos 12 años de gobierno: “La corrupción se detiene en las puertas de mi despacho”, declaró el líder reformista con tono altanero y en momentos en que el latrocinio sistematizado hacía metástasis impune en el propio palacio.

Danilo, imitando a Balaguer y acosado por la crítica pública, da un brinco lateral pretendiendo colocarse fuera del fango que anega los predios de sus subalternos y compañeros de partido, y apela, como Pilatos frente al crimen público, al lavado de manos, que ha devenido en un símbolo de la irresponsabilidad política.

Porque el máximo gobernante de cualquier Estado moderno, el Presidente, pudiera no tener responsabilidad penal inmediata en los crimines cometidos por un funcionario del Estado, pero siempre tendrá responsabilidad política ineludible en la persecución de los actos que atenten contra los intereses del Estado y de los ciudadanos, incluyendo el abuso de poder contenidos en la prevaricación, el robo y el tráfico de influencias.

Eso lo saben mejor que cualquiera los juristas, empresarios y personalidades que escuchaban atentos las palabras de Danilo.
Precisamente, el detalle más preocupante para mí fue la tranquilidad de rostro que exhibía Danilo mientras hablaba de transparencia y “combate a la corrupción” frente a la gente más informada y experimentada del país sobre cómo se cuece en estos momentos la repartición y el robo impunes en las dependencias públicas.
Si el Presidente considera que puede decirles cuentos sobre corrupción a abogados y empresarios de esa categoría y que estos le creerán; si Danilo cree eso, entonces habrá perdido el horizonte.
Pero, peor aún, Danilo está en sus cabales,… ¿y en el mismo saco?

El Nacional

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