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Un régimen cerrado

 

El acoso y derribo de la triada Lula, Dilma y el PT (Partido de los Trabajadores) en Brasil, estimulará grandes debates en Latinoamérica y tendrá importantes consecuencias para la estabilidad de la peculiar configuración y funcionamiento del régimen de políticas (sociales y económicas) prevalecientes – con sus lógicas variantes-, en Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina, entre otras naciones.
El tema es largo y complejo, y su análisis no estará libre de sentimentalismo y enfoques ideologizados.

Mientras tanto, una cosa ha quedado clara para mí, y es que los regímenes populistas inaugurados por Chávez y desplegados con mayor elaboración por Lula y los Kirchner, terminan siendo una suerte de democracias autoritarias, cerradas, que mediante la coacción clientelar del voto y un cierto respaldo popular duro generado por la interminable lista de dádivas y transferencias de bienes y servicios hacia amplias masas de excluidos, así como la expansión de las técnicas de captura y “persuasión” de independientes, opositores débiles y líderes de medios de comunicación – todos financiados con la cartera del Estado-, se reduce la capacidad de competir de las fuerzas políticas opositoras alternativas.

En la República Dominicana, el PLD ha montado un sistema que le queda corto a los citados en materia de distribución de ingresos y conquistas sociales, pero ha copiado los lastres clientelistas electoreros y de corrupción. Un régimen en el que los fondos públicos y los mecanismos de coacción son utilizados sin límites a favor de la reelección, es también un régimen autoritario y cerrado.

Los 70 años corridos del PRI en el poder en el México del siglo pasado ya no es posible ni en el propio México.
Las nuevas tecnologías de la información ampliamente aplicadas en los medios de comunicación y en la investigación criminal internacional han transfigurado a Lula de héroe a villano en breves horas.

El PLD ha estructurado un régimen cerrado, intrínsecamente intolerante y asfixiante para las fuerzas y sectores disidentes y opositores.
En 12 años corridos, el PLD ha privatizado al Estado dominicano, colocándolo al servicio de su cúpula. Es un peligroso jueguito…, veremos.

El Nacional

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