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Tiros al blanco.-

Reynaldo Pared y otros altos dirigentes del PLD y del Gobierno, han disparado rayos y centellas contra los directivos del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) y en particular contra su presidente, don Rafael Blanco Canto.

El pecado de Blanco Canto fue que el pasado miércoles 29 de junio, durante el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio, expuso con meridiana claridad sobre las amenazas que representan para la paz y el desarrollo general del país las alarmantes aberraciones institucionales en que hemos caído y, particularmente, aquellas que predominan en el ámbito electoral, incluyendo la Ley Electoral vigente, las instituciones ejecutoras y reguladoras y los partidos políticos.

Blanco las resumió en lo que denominó los cuatro pilares, que son: una nueva Ley Electoral, la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas, una Ley de Responsabilidad Fiscal y, finalmente, la independencia de las instituciones llamadas a implementar y regular los procesos electorales.

Ahora bien, en la fundamentación de sus planteamientos el líder empresarial apeló a tres razones principales:

Primero, que en la sociedad hay gran desconfianza en las instituciones.

Segundo, que aunque se vota, poca gente confía en la institucionalidad que rige las elecciones.

Tercero, que los afectados por cualquier crisis electoral no solo son los partidos políticos, sino también la economía, las empresas, las comunidades y las familias.

La paradoja en que discurrimos los dominicanos es tan grave que los líderes del PLD y el Gobierno, en lugar de asumir como guía esos “pilares” enunciados por el CONEP, y sobre los que existe amplio consenso nacional, lo que hacen es arremeter airados y ensoberbecidos contra Rafael Blanco y los empresarios.

Ahora bien, esa reacción de líderes del PLD parecería indicar que ellos están satisfechos – orgullosos, quizá – con la gelatina institucional que impera en el ámbito electoral, judicial y la administración fiscal. Es decir, que ellos, el PLD, admiten que son savia y sustento de ese controlado desorden.

En buen dominicano, a golpe de éxitos el PLD se ha convertido en el principal obstáculo para la modernización y fluidez institucional y política del país.

El Nacional

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