Opinión

DETALLES

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Hace pocos días, leí en un periódico norteamericano, el Atlanta Daily World (ADW), que el Partido Republicano invertirá 10 millones de dólares este año en una estrategia de trabajo político  entre comunidades étnicas y segmentos sociales cuyos votos les han sido mayoritariamente adversos en  las últimas elecciones presidenciales.

El plan fue elaborado por un equipo de estrategas que consumieron más de un mes entre consultas, investigaciones y análisis sobre las variables determinantes de las derrotas consecutivas sufridas por ese partido.

Lo que preocupa y mete miedo a los republicanos es el imparable ascenso de su rival, el Partido Demócrata, entre afro-americanos, hispanos, asiáticos y los votantes de menos de 45 años.

Estudios recientes afirman que la nación norteamericana vive un dinámico proceso de mutación demográfica con tendencia a que la población de origen no estadounidense se convierta en mayoritaria en una o dos generaciones.

 En ese contexto, Reince Priebus, director del Comité Nacional Republicano,  anunció que centenares de dirigentes  de todo el país serán  enviados a trabajar en comunidades de minorías raciales “para hablarles acerca de nuestro partido, nuestro credo político, nuestra historia y  asistir  a las actividades de las comunidades  y hacerse parte de ellas”.

Priebus indicó que otro aspecto importante del plan es el estudio de la táctica de sus adversarios, los demócratas, bajo el liderazgo de Obama.

¿Ha estudiado el PRD, a fondo,  la trama estratégica del PLD y Leonel Fernández? 

¿Ha revisado el PRD, con sentido crítico, su propia historia?

¿Ha investigado el PRD quiénes son, dónde están y qué quiere esa minoría de 3 a 5 % de votantes que sin embargo no les deja ganar las elecciones?

Además, el trabajo con esa minoría que desconfía del  partido, ¿lo inicia el PRD cuatro años antes, como los republicanos,  o espera a que asesores extranjeros hagan milagros  poco antes de mayo?

Porque ir a unas elecciones sin diagnóstico claro y sin un trabajo  estratégico durante años en los nichos poblacionales decisivos equivale a jugar a la lotería, ya que, al final, esa minoría es la que hace la mayoría.

El Nacional

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