Opinión

DETALLES

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El proyecto que dio origen al tomógrafo axial computarizado con rayos X (CT) a principios de los 70s, tuvo un modesto presupuesto de apenas 25 mil libras esterlinas y un equipo de solo cuatro investigadores encabezado por el ingeniero británico Godfrey Hounsfield.

A mediado de los 60s las investigaciones de Hounsfield procuraban desarrollar una técnica para obtener imágenes tridimensionales de cuerpos irradiados con finos haces de rayos X.

En la actualidad, las imágenes en tres dimensiones permiten evaluar cualquier órgano o región anatómica de un paciente casi en su forma y contexto reales, haciendo posible diagnósticos de gran precisión.

Es decir, a diferencia de la radiografía plana convencional en la que apenas se puede ver la silueta de un pulmón, por ejemplo, la tomografía en arreglo tridimensional permite visualizar la anchura, largo y espesor del pulmón así como otros detalles estructurales que sirven para identificar patologías en ciernes o de contornos confusos.

Precisamente, en su propuesta original de investigación formulada en 1968, Houndsfield citaba su propósito de desarrollar un sistema de imagen que fuera capaz de reflejar las pequeñas diferencias entre tejidos con densidades físicas parecidas. Eso era casi imposible en radiografía.

Otra idea central de Houndsfield en sus experimentos fue considerar a cualquier cuerpo como un conjunto de cortes o tajadas en lugar de un volumen único, como sucedía en la radiografía convencional. En consecuencia, se propuso obtener imágenes en cortes continuos de un objeto y luego re-empatarlas hasta reconstruir el cuerpo original.

En cada corte o tomograma bien delgadito se representa la información contenida en cada trozo del órgano de un paciente atravesado por un fino haz de rayos X, no de todo su volumen, y por eso es la reconstrucción (re-empate) de imágenes la que le permite al médico visualizar su tamaño y condiciones reales.

Para los neurólogos de principios de los 70s el impacto de tal invento fue mayúsculo, porque rápidamente pasaron de imaginar y suponer al cerebro a observar sus interioridades,

¡con claridad y sin cirugía!.

Neurólogos y neurocirujanos les deben mucho a los físicos…, demasiado.

El Nacional

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