Opinión

Detalles: El PRM y su Premil

Detalles: El PRM y su Premil

Desde febrero hasta fines de junio de este año, los directivos del PRM concentraron sus trabajos internos en la verificación y reestructuración de todos los organismos de dirección del partido en el país y en el extranjero.

Fruto de ese trabajo puede afirmarse que el PRM cuenta con una estructura política básica integrada por organismos activos en cada rincón del territorio nacional. Es una estructura básica porque en no pocos lugares esos comités son todavía frágiles y poco desarrollados. No puede ocultarse que la traumática batalla vivida en el PRD entre mediados del 2012 y principios del 2015 estremeció también el alma militante de miles de valiosos dirigentes que todavía no se han recuperado de la frustración.

El divisionismo irresponsable en el viejo PRD ha sido una verdadera tragedia emocional y material para los más humildes y abnegados dirigentes medio y de base.

Ahora, el PRM ha entrado en la segunda fase de su estrategia organizativa, inaugurando el Programa de Registro de Militantes (PREMIL) dirigido a inscribir (y reinscribir) de manera presencial en cada comunidad a todos sus militantes y, también, a ciudadanos interesados en formar parte del Partido.

La meta es construir el padrón del PRM, validado por todos los sectores intrapartidarios y por los ciudadanos independientes que serán testigos de ese proceso. Al final, el PREMIL será el instrumento principal para la renovación de la dirigencia del partido en todos los niveles. El PREMIL parirá el padrón, sin padrón no habrá convención y sin convención no habrá renovación.

El PRM, pues, está inmerso en un pensado y abarcador proceso de fortalecimiento organizacional.

Por ahí pululan, entre asesores y jóvenes electoralistas, tesis peregrinas sobre la poca importancia del partido para ganar elecciones. Ciertamente, algunos líderes en coyunturas nacionales particulares logran triunfos basados en movimientos políticos forjados al calor de una campaña centrada en su figura, aunque luego, una vez en el poder, ninguno manda “quemar la nave”, todo lo contrario.

En otras palabras, nadie ha visto a un líder con un partido fuerte mandar a destruirlo para ganar las próximas elecciones.

El Nacional

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