Opinión

Deuda con la UASD

Deuda con la UASD

Pertenezco a una familia en la que hay empresarios, legisladores y simples profesionales, como es el caso del suscrito. Pero obtuve una profesión, la de comunicador social, por la política de puertas abiertas de la UASD hacia los jóvenes que no disponían de recursos para ingresar a una de las pocas universidades privadas que había en el país para la época.

          No concibo la actitud del renegado social. Jamás podré olvidar las graves precariedades económicas que atravesó la familia al llegar de Hato  Mayor, el 19 de julio de 1968, cuando un servidor apenas contaba con once años de edad. Tener un origen pobre no es deshonra, contrariamente sirve de orgullo en la medida en que la persona exhibe ascenso social mediante los estudios o el trabajo digno.

          Negar su origen social es negarse a sí mismo. El grueso de los profesionales dominicanos es egresado de la universidad pública, pero observo poca solidaridad con la institución.

          Y si usted no devuelve nada de lo que es (como médico, abogado, ingeniero, etc.), tampoco le quite. En efecto algunos le quitan, cuando contribuyen con la campaña mediática de descrédito hacia la academia estatal, reforzando los conceptos de la prevalencia de un supuesto desorden y caos en la institución.

          En la UASD no hay desorden ni caos. Los incidentes estudiantiles prácticamente han sido erradicados  (aunque el libre juego de las ideas sigue siendo parte de su filosofía), se rige mediante gobierno colegiado y sus procesos electorales y su desenvolvimiento administrativo son transparentes.

          Ante la descomposición moral que se observa en muchos estamentos de la sociedad, la UASD es ejemplo a seguir. Y ni decir del desorden y caos que imperan en diversos poderes del Estado. Hay razones sobradas para defender a la UASD, sin obviar la de carácter personal.

El Nacional

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