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Difusa solución paz Israel-Palestina

Difusa solución paz  Israel-Palestina

El proceso de paz entre el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), está frisado desde 2015, cuando el rais Mahmud Abas suspendió toda tratativa con Israel por la negativa del premier israelí Benjamín Netanyahu suspender las construcciones de viviendas en el este de Jerusalén y en Cisjordania, que el rey Hussein de Jordania cedió a los palestinos en 1989 para que junto a la Franja de Gaza fundaran el Estado Palestino.

Pese a los reclamos de la comunidad internacional, Naciones Unidas y la Liga Árabe de instar al Estado de Israel, en suspender las edificaciones de viviendas en las zonas señaladas, el premier Netanyahu, que rivaliza su condición de halcón con David Ben Gurión, Golda Meir, Menachen Begin y Ariel Sharón, todos objetores de un Estado palestino, ha proseguido inalterable la política censurada de construir viviendas en zonas ajenas, palmaria estrategia perversa de castrar la inexorable fundación del Estado Palestino.

Esa acerada política, que obstruye cualquier arreglo pacífico definitivo para capturar la anhelada evasiva paz en el Cercano Oriente, es interpretada como una calculada presión que esconde la estrategia de alargar el proceso indefinidamente y lograr el desgaste por el tiempo, materializando El Gran Israel, un solo Estado en Palestina.

En otra vertiente, por efectos de desgaste, obtener las mayores ventajas israelíes en desmedro de los reclamos palestinos en todo lo concerniente a sus plenas facultades de un Estado palestino sin las coyundas que visiblemente pretenden los israelíes para imponer sus supremacías, apoyados por su indiscutible poder militar, el más poderoso del Cercano Oriente, y el invariable apoyo incuestionable del imperio.
Desde el final de la Guerra de los Seis Días de 1967, que Israel ganó a los árabes de Palestina, Jordania, Siria, Egipto y Líbano, Israel se adueñó de la parte este de Jerusalén que pertenecía a Cisjordania, los Altos del Golán, territorio de Siria, y la Península del Sinaí, que devolvió a Egipto en 1979, por el Acuerdo de Camp David I, entre el rais Anwar El Sadat y Menachen Begin, con la mediación del presidente Jimmy Carter, y una compensación pecuniaria fabulosa que sufragó el contribuyente norteamericano.

El 1 de diciembre de 2016, el rais Abas, 81 años, advirtió a Israel que de no reconocer al Estado palestino, como éste procedió a reconocer al Estado de Israel en la Conferencia de Oslo 1993, podría anular esa decisión trascendente, para acercar la paz entre los hermanos de padre árabes y hebreos. Oslo hizo posible la devolución de la Franja de Gaza y Jericó a la ANP por Israel.

Empero, en la acepción israelí, reconocer al Estado de Israel es una parte del todo que completa el reconocimiento por la ANP del hogar nacional judío, que es una de las piezas nodales que falta para soldar la paz, que es el propósito de la comunidad nacional y la sensatez humana y política.

Israel condiciona tratar la paz con un sólo interlocutor árabe, no con dos, uno en Cisjordania y otro en la Franja de Gaza, dominado por el extremismo de Hamás y Hizbulá que representa Ismail Haniyeh, tildado de terrorista por la Unión Europea y el imperio, de manera que Abas y Haniyeh tienen que acoplar una voz, un sólo mando, para negociar la paz.

El premierato del halcón Ariel Sharón devolvió a los palestinos la Franja de Gaza, por los Acuerdos de Oslo 1993, hoy la mayor cárcel abierta en la historia de la humanidad de 650 kilómetros cuadrados, donde se hacinan 1.5 millones de palestinos viviendo en condiciones precarias de desastre humanitario, por señaladas carencias de agua potable, medicinas, alimentos, energía eléctrica, desempleo crónico y bloqueo por agua y tierra por Israel.

Israel inculpa de la dramática situación humana a Hamás, que en vez de procurar la paz, jura el imposible de liquidar al Estado de Israel, y a ratos lanza cohetes Katiuska a las colonias judías adyacentes a la línea fronteriza con Gaza, una terca como inviable actitud irracional, que es jalda arriba prosperaría.

El presidente Donad Trump, consecuente con su definida ambivalencia, planteó en su visita a Israel y la ANP en febrero último, la solución de un sólo Estado; al jurar el cargo postuló que dos, y el 24 de agosto último, envió a su suegro y asesor para Oriente Medio, Jared Kushner, judío, 36 años, un imberbe en política, con un nutrida delegación, a prospectar las posibilidades de descongelar el suspendido proceso de paz desde 2015.

Kushner conciliabuló con Netanyahu y Abas, reiterando: “El presidente Trump está muy comprometido para alcanzar una solución que traiga paz y prosperidad a la gente de esta zona”, sin esbozar las propuestas concretas para lograr ese anhelado objetivo y propósito universal. Pura semántica insustanciosa, frágil, carente de una propuesta definida, creíble, sensata y sustentable.

Tierras por paz; respeto mutuo entre las partes; conciliar con un sólo interlocutor palestino; suspensión de construcciones en Jerusalén este y Cisjordania, devolviendo todas las colonias y construcciones a la ANP; reconocimiento por las dos facciones palestinas del hogar nacional judío; renunciar para siempre a la guerra como método de alcanzar la paz, considerando que Israel ha ganado todas las guerras contra los palestinos, sin lograr ganar la paz, mientras que los palestinos han perdido todas las guerras, sin unificar una sola opción negociadora, para que Israel reconozca el Estado palestino.

El Nacional

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