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Dilema de RD ante invasión pacífica haitiana

Dilema de RD ante invasión pacífica haitiana

El espíritu de la Constitución de la República concerniente a preservación de la soberanía nacional insertada al incoar este trabajo, es evidente que cae en un cuestionable y peligroso vacío interpretativo, porque se omite en lo absoluto su postulado, tanto por el Presidente de la República, que no ordena las providencias condignas, como por los institutos armados que deben honrar, desertando ambos, de su cumplimiento constitucional sagrado.

Esta entrega a El Nacional es consecuencia del torrente de informaciones concernientes a la peligrosa invasión pacífica de haitianos ilegales que se asientan como Pedro por su casa en todo el territorio nacional, con la anuencia ostensible de los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, el primero, demorando ocho años en aprobar el reglamento de la Ley 285-04 que define la política migratoria del Estado dominicano, y el segundo, consintiendo la masiva penetración de nacionales haitianos sin ninguna regulación legal.

Ambos gobernantes irrespetan y desconocen las 29 batallas, reyertas, escaramuzas y pleitos que sostuvieron los patriotas dominicanos entre 1844-1856 para liquidar la dominación haitiana 1822-1844, que anuló la Primera República, y fundar la Segunda República, que naufragó en 1916 con la primera afrentosa intervención del imperio unipolar, que concluyó en 1924, cuando nace la III República, y que millones de haitianos ilegales eclipsan, nueva vez, sin disparar un solo tiro.

El día 11 de este mes de julio, el titular de Defensa, teniente general ERD Rubén Darío Paulino Sem, convocó una rueda de prensa donde aseguró que los videos mostrados en diferentes medios de comunicación de intenso trasiego y presencia masiva de haitianos indocumentados, no son recientes, y que los institutos armados que dirige controlan los 381 kilómetros de la imaginaria porosa línea divisoria que se presume marcan los dos Estados que comparten la isla Española.

El quid del asunto es que ninguno de esos argumentos son aceptados ni creíbles por la ciudadanía, conforme contraponen las reiteradas incidencias sobre el tema, de haitianos que ingresan sin documentación legal al territorio dominicano, visibles por doquier en campos y ciudades de todo el país, perceptibles en que por las calles de ciudades circulan a toda hora más haitianos que dominicanos.

Que nacionales haitianos indocumentados polucionan multitud de escenarios dominicanos, Petit Haití detrás del mercado de la avenida Mella; buhoneros debajo de los semáforos; vendedores de frutas en miles de esquinas de la capital del país y ciudades del interior, con la excepción honrosa de Baní, donde no se percibe una mesita de frutas en una esquina de dominicanos, menos de haitianos, ejemplo inimitado por ningún alcalde, con la honrosa excepción, ahora, reciente, del de Santiago de los Caballeros, Abel Martínez Durán.

El día 15 de este mes, el diario La Información inserta una nota proveniente del embajador del incordioso vecino país, Idalbert Pierre Jean rechazando “la idea de una invasión de ciudadanos de mi país en territorio dominicano”, una simplona reacción diplomática que como en sentido general todas, tienen un componente cosmético increíble.

La línea divisoria fronteriza, que como la de todos los 193 países del mundo que la tienen, algunos islas que no la tienen, como Cuba, Islandia, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Filipinas, Borneo, Madagascar, Sri Lanka, Taiwán y Japón, es difícil de controlar el flujo migratorio clandestino, donde se ejerce el contrabando humano y de toda suerte de mercaderías, armas y drogas, y el cual opera con la connivencia corrupta de militares que son los custodios en todos los países de sus fronteras, y el caso nuestro no podría ser la excepción.

Cuando la era de Trujillo, que de verdad se respetaba la frontera, un guardia era trasladado a la frontera, equivalía a Siberia, se decía, y ahora, es una presea por la que los rangos menores pagan a sus superiores para que los envíen a la frontera. Elemental.

Los guardias se lucran con el tráfico de haitianos a quienes cobran de RD$50.00 para arriba; les decomisan parte de sus mercancías que venden casi en presencia de quienes se las apropian y se involucran en toda suerte de negocios “por la izquierda”, con el conocimiento y consentimiento de sus superiores, que también se lucran de estos manejos, vía “el peaje”. Eso es de dominio público, y no invento ni un chin.

Esa es la matriz de la trama por donde se escurre la soberanía, y que no es descartable que llegue el momento histórico en que concluya en una tragedia de consecuencias imprevisibles, si se desata un clamor de reivindicación soberanista multitudinario, donde la guardia enfrente la encrucijada de hacia dónde apuntar las miras de sus fusiles, y quien sería el responsable de esa grimosa situación.

El dato

Capítulo I de las Fuerzas Armadas de la República Dominicana (FFAA).

Artículo 252 – Misión y carácter. La defensa de la Nación está a cargo de las FFAA. Por tanto:

l) Su misión es defender la independencia y la sobera-
nía de la Nación, la integridad de sus espacios geográficos, la Constitución y las instituciones de la República.

2) Podrían intervenir cuando lo disponga el Presidente de la República, en programas destinados a promover el desarrollo social y económico del país, mitigar situaciones de interés y calamidad pública, concurrir en auxilio de la Policía Nacional para mantener o restablecer el orden público en épocas excepcionales.

Constitución RD 13 de junio de 2015
Gaceta Oficial 10805 del 10 de julio de 2015

El Nacional

La Voz de Todos