Opinión

Dinero y felicidad

Dinero y felicidad

Muchos exhiben una desenfrenada carrera en búsqueda de dinero. Unos lo hacen de forma lícita, a través del mundo de los negocios, otros de manera ilícita, a través de las diversas actividades que riñen con la ley y los valores éticos. La acumulación de dinero obtenido legal o ilegalmente, sin embargo, no es sinónimo de felicidad.

El concepto “felicidad” es relativo y circunstancial. Y el dinero es importante para cubrir verdaderas necesidades, tales como vivienda, vehículo de motor, alimentación adecuada y tener acceso a los servicios esenciales. Si adicionalmente tiene pareja e hijos, toma momentos de ocio y realiza las actividades preferidas, ¿qué le falta para ser feliz? Ya la felicidad depende de usted.

Pero hay personas que no saben lo que quieren y siempre muestran inconformidad. Otros sí saben lo que quieren, pues han sido influenciados por un ambiente en el que prevalece la ambición desmedida de bienes materiales, un insaciable afán de lucro. Después de tener el vehículo de lujo que anhelaba, entonces quiere una finca, una villa y demás bienes que den el status que desea estrujar en la cara a los demás.

Es cuestión de vanidad propia del sistema. Y se le permite a aquellos que se dan sus lujosos antojos sustentados en la generación de dinero lícito. Lo grave está en algunos que buscan felicidad mediante recursos económicos sucios, porque provienen del criminal narcotráfico, de la falsificación, de la clonación de tarjetas, de la estafa, de la prevaricación o el dolo en desmedro del Estado.

Posiblemente algunos de esos poderosos económicos, que guardan prisión preventiva por el caso Odebrecht, procuraban felicidad mediante la acumulación de dinero.

Ahí está el dinero acumulado, pero ¿y ahora qué hacen con el mismo? Nadie puede ser feliz privado de libertad. Y es apenas uno de los riesgos a que se exponen aquellos que se involucran en actividades ilícitas.

El dinero, mucho menos el dinero generado ilícitamente, no garantiza felicidad. Y una prueba es la de un expresidente de la República, al cual le atribuyen una fortuna inmensa, cuyo semblante no es el de un hombre feliz.

Deténgase, amigo lector, a observar el rostro de ese individuo que tanto daño económico e institucional ocasionó al país. ¿Qué piensa hacer ese amargado con tanto cuarto?

El Nacional

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