Causa mucha pena el camino que transitan los dirigentes deportivos dominicanos.
Nada tienen que envidiarles a nuestros desacreditados políticos, que se creen amos y dueños de los puestos que ocupan en las instituciones públicas.
Vemos como dirigentes de clubes, asociaciones, federaciones y del Comité Olímpico Dominicano permanecen por largos años al frente de esas entidades, cerrando el paso a como dé lugar a jóvenes que vienen con nuevos proyectos en busca de dinamizar las actividades del músculo y la mente.
No hay que ser un genio para saber, que muy poco, por no decir nada, aportan los dirigentes que permanecen por veinte o más años al frente de una determinada entidad deportiva.
Lucen aburridos, con ideas agotadas, sin ninguna clase de iniciativas, pero sobre todo, desfasados porque su principal error es que no se preocupan en lo absoluto por colocarse al nivel que demandan los nuevos tiempos.
El único objetivo es garantizar vivir su vida como príncipes.
Pero lo más preocupante del asunto es que no se vislumbra una señal que indique, al menos por ahora, que la cosa comenzará a cambiar.
Se necesita que las personas que verdaderamente aman el deporte despierten del sueño en que han estado sumido por todos estos años e inicien un movimiento que de al traste con los que por largo tiempo han secuestrado el movimiento deportivo y cultural dominicano.
Es tiempo de que se busque la manera de evitar que un dirigente deportivo llegue a una institución y se apodere de ella hasta cuando la muerte lo separe.
Si el deporte en República Dominicana no avanza en proporción a las inversiones que han hecho los diferentes gobiernos y las instituciones privadas -con esto no digo que han aportado lo suficiente- mucho tienen que ver los dueños del deporte en nuestro país.
Para lograr un mejor desempeño en el plano nacional e internacional se necesita cambiar casi a unanimidad la estructura dirigencial del deporte en la República Dominicana.
Hay que buscar donde quiera que se encuentren a los nuevos Virgilio Travieso Soto, Wiche García Saleta, Papo Germes, César Padrón y Freddy Vallejo, entre otros, de lo contrario, todo está perdido.
