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Disparos

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Insisto hoy  que todo ser humano que merece que se le haga algún reconocimiento se le debe de hacer en vida. Si  los méritos están ahí ganados en base al servicio constante a la sociedad, no hay razón para esperar que una persona muera para rendirle tributo.

Entiendo  también, que una gran parte de las personas que hacen sus obras de bien  y que mantienen un recto comportamiento se resisten a participar en cualquier acto público que  se trate de realizar en su honor.

No aceptan publicidad por sus hechos, prefieren que se mantengan en anonimato  lo que reconozco lo engrandece más, porque es una forma de demostrar que su accionar sólo va dirigido a servir sin buscar beneficios personales.

Sin embargo, no comparto ese criterio, pienso que al César se le debe entregar lo que es del César, y  que reconocerles lo que se ha ganado en buena lid es un deber social. Además hay muchas maneras de reconocer un ciudadano ejemplar. 

Se puede hacer en un gran acto, como también, en un sencillo artículo, pero de corazón,  como el que escribo hoy para recordar  la dilatada carrera de Renaldo Bodden, un comunicador social que ha sobresalido en el área deportiva por más de 30 años.

Renaldo Bodden, Nano para sus amigos, debe ser escogido como ejemplo a seguir por los nuevos cronistas deportivos, para que mañana puedan  ser un referente moral y profesional como lo ha sido él durante todo su existencia.

Pero,  Bodden no sólo es honesto, nadie es más solidario que ese ilustre caballero, absolutamente nadie. Es el primero en decir presente cuando se le necesita para lo que sea y donde sea.

Estamos hablando de una persona fuera de lo común, es por eso que nos sentimos orgullosos de ser su amigo y colega.

Gracias Nano, mil gracias por lo que ha hecho a cambio de nada por el deporte y el país. Ojalá que tu ejemplo sirva para que las nuevas generaciones entiendan que se debe vivir para servir y  no para servirse. VUELVO.

El Nacional

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