Opinión

¡División Berlanga!

¡División Berlanga!

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Para el año de 1950 en sus inicios, cuando llegó Douglas Kidd a relevar a mister Colin Shaw como superintendente de agricultura de la Grenada Company, las plantaciones que se habían fundado y establecido en una extension de terreno considerable que eran las de Palo Verde, La Cruz, Isabel, Madre, Maguaca y Julián estaban en plena producción y habían trascurrido cuatro años, desde 1946, que se habían embarcado los primeros mil racimos de guineos de la clase Johnson, transportados por la vía férrea hasta el puerto de Manzanillo, en dos pequeñas naves de medio calado, el 30 de mayo de ese año. Esas naves que eran parte de la ya poderosa “flota blanca” de la United Fruit Company eran el “Jamaroy” y el “ristiana”, a bordo de la segunda se depositó el primer racimo de los que fueron embarcados. Esa poderosa flota blanca contaba con 75 barcos navíos de transporte entre los cuales se fabricaron cuatro de ellos con nombres dominicanos: Jimenoa, Santo Cerro, Yaque y Yuna.
Para esa época ya estaba práctica y totalmente construida la ciudad del puerto de Manzanillo, que era un distrito municipal de la provincia de Montecristi que respondía al nombre de Puerto Libertador en homenaje a Rafael Trujillo Molina, el severo dictador que gobernaba la nación. Esa ciudad de Manzanillo tenía en la parte baja de su escenario además del puerto, las oficinas más importantes de la gerencia de la empresa; estaba también un taller gigantesco, tal vez en aquel entonces el taller más grande de las islas del Caribe a donde se reparaban los vehículos de todo tipo e inclusive las máquinas del ferrocarril y donde también se guardaban, aproximadamente, cien vagones metálicos que se habían importado para el traslado de las frutas tropicales para fines de exportación. En esa parte baja de la ciudad estaban los pequeños chalets para los empleados de segunda categoría y sus familias, cómodos y muy bellos; y estaban también los barracones para los obreros y trabajadores de diferentes oficios de la compañía.
En ese sector estaba el hospital moderno con los instrumentos científicos más importantes, que daban servicio a toda la empleomanía de la comunidad; estaba también una escuela primaria que llegaba hasta el octavo curso costeada por la empresa. Además de esas instalaciones había una bodega gigantesca, muy bien abastecida que vendía a bajos precios todo lo necesario para la preparación de la comida dominicana de los empleados y obreros de la empresa. Inmediatamente se terminó de construir en el Cerro, cerca de 50 viviendas o chalets para los empleados de mayor jerarquía, lugar en el que tenía su domicilio también el gerente general de la Grenada Company, mister Dave Cloward de nacionalidad estadounidense y su distinguida esposa doña Nellie, matrimonio que tenía varios hijos entre los cuales el mayor, David Cloward, casó con una joven dominicana y vivió en el país hasta su muerte hace varios años.
Mister Cloward al igual que Colin Shaw, Harold MacMillan, Warren Breck y posteriormente Douglas Kidd, quien sustituyó a mister Shaw como superintendente agrícola, observaron siempre como jefes administrativos y técnicos de la Compañía una conducta respetuosa y afable frente a los empleados dominicanos de todas las áreas administrativas y técnicas de la empresa. El autor de esta columna los conoció a todos y a otros que vinieron a relevarlos años después y que lograron mantener por su capacidad de dirección, esa empresa que garantizó en la región en la que fue desarrollada, empleos a más de ocho mil dominicanos de toda categoría. Continuaremos…

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