Noticias importante Portada Reportajes

Doña Vicenta: Una mujer de 115 años y mil batallas

Doña Vicenta: Una mujer de 115 años y mil batallas

Mujer de pocas palabras, mirada cansada y cargando el peso de 115 años a cuestas, le sobra fuerza para mantener inmaculada su humilde vivienda y dedicar tiempo al cuidado un hijo que padece de alzhéimer.

Vicenta Disla Javier, a quien el paso de los años y el arduo trabajo en los campos agrícolas de Tenares le han mermado sus fuerzas y habilidades para caminar, ver y oír; pero jamás su instinto de proteger a su hijo Ciprián, de 75 años, a quien el alzhéimer se le complicó con dificultad psicomotoras producto de un accidente cardiovascular ocurrido hace ocho años.

Esta longeva mujer se levanta con la salida del Sol, cuida su casa con esmero, barre, friega, lava su ropa, cuida de sí misma y de Ciprián hasta donde le alcanzan las fuerzas y el recuerdo de la ama de casa que fue.

5_Actualidad_06_1 M,p04Doña Vicenta es oriunda de El Placer, un campo de Tenares, en la provincia Hermanas Mirabal, a sólo dos kilómetros del centro de la ciudad, donde según su cédula de identidad y electoral nació el 7 de abril de 1903. Siempre ha votado en las elecciones, pero deja bien claro que lo hace por el que esté en el Gobierno, sin importar al partido de que se trate.

Es una forma de justificar su apoliticidad, pero que al mismo tiempo demostrar que cumple con su rol de ciudadana.

A veces luce vaga, y en ocasiones incoherente rememora algunos recuerdos, como se unió en matrimonio a quien dice ser su primer y único amor, se trata de Francisco Martínez, con quien procreó nueve hijos; entre ellos seis hembras y tres varones, quienes a su vez le preñaron sus años de nietos, bisnietos, tataranietos y choznos que han llenado existencia de alegría, y en ocasiones de tristeza.

La conversación fue interrumpida por el sonido de un smartphone y la voz de una sobrina quien le informa que la llama por el celular la esposa de uno de sus hijos, a quien con voz cariñosa le dice que la extraña, al tiempo que le reclama “por qué no ha venido a verme”.

Terminada la llamada, con voz entrecortada y la vista puesta en el horizonte la centenaria mujer continúa su relato sobre sus primeros años de matrimonio, señalando que fuero días difíciles los que junto a su esposo se dedicaba a la crianza de animales y a la agricultura; único medio de sustento para las familias pobres de la época.

“Pasamos mucho trabajo y hasta hambre; mientras yo cuidaba los puercos, los muchachos hasta se quemaban con la candela del fogón asando batatas o hirviendo víveres”, rememora Vicenta.

De pronto una pícara sonrisa ilumina los surcos de su rostro palidecido por los recuerdos forzados de un pasado no tan grato y entonces resalta lo feliz que fue junto a su esposo “nunca me faltó, nunca peleamos, me quiso mucho, pasamos trabajo pero siempre juntos” susurró con un lento suspiro.

Su rostro volvió a palidecer cuando recordó la muerte de su esposo en 1968, después de más de medio siglo de matrimonio, y el peso de la soledad y la familia anidó en sus hombros. Es cuando se humedecen sus ojos al evocar también a su hijo Ramón, quien falleció hace tres años a la edad de 80 años, e irrumpió en llantos al tiempo que murmuró “ un hijo es un pedazo de corazón”.

Doña Vicenta pasa sus días en una humilde vivienda en el sector Cristo Rey, donde vive desde hace 30 años. Al llegar a su puerta te recibe un dulce aroma a té de hierbas, única bebida que consume, ya que no toma café y nunca ha bebido alcohol, aunque su dieta alimenticia incluye todo lo que se coma.

A doña Vicenta le sobreviven 8 hijos que han adornado sus hilos de plata por 5 generaciones de descendientes, entre ellos 41 nietos, 61 bisnietos, 25 tataranietos y 23 choznos.

A pesar de la carga de más de un siglo, de sus pasos lentos y escasos recuerdos, sigue latente en su mente y corazón, la alegría de haber dedicado su vida a ser esposa y madre.

El Nacional

La Voz de Todos