Opinión

Donald Trump

Donald Trump

Hay múltiples argumentos que podrían explicar la derrota electoral de Hillary Clinton en el proceso comicial de Estados Unidos celebrado el pasado 8 del presente mes. Posiblemente la condición de mujer le afectó en un país que ha tenido 44 presidentes de sexo masculino y es la primera vez que uno de los dos partidos mayoritarios, en toda la historia de esa poderosa nación, oferta a una dama en su boleta electoral.

Pero no se trata de una dama cualquiera. Todos reconocen su sólida formación académica y su larga experiencia política, lo que se le cuestiona es el carisma. Además sus gestos y ademanes no son auténticos y se le percibe como una política más, todo lo contrario de Donald Trump, su adversario, que hábilmente supo proyectarse como una opción diferente al perfil de los políticos tradicionales de Estados Unidos.

Aparte del rechazo electoral de Hillary, hay que valorar el desgaste del Partido Demócrata después de ocho años consecutivos de gobierno. En la historia de Estados Unidos son excepcionales los casos en que uno de los dos partidos grandes ha triunfado tres veces al hilo. El último en lograrlo fue el Partido Republicano, al ganar dos certámenes con Ronald Reagan y uno con George Bush (Padre), quien perdió en su intento de reelección de Bill Clinton en noviembre de 1992.

En estos comicios del 2016 el Partido Republicano, a pesar de la división, ganaría con cualquier candidato presidencial, por lo que no es cierto que Donald Trump sea un fenómeno político ni nada parecido. El Partido Republicano ganó el Senado y la Cámara de Representantes. Posiblemente con otro candidato presidencial hubiera obtenido una victoria más contundente que la del señor Trump, el cual supo restar millones de votos con los tantos frentes que se abrió y con un discurso de campaña parcialmente inadecuado.

Si hubiera sido más equilibrado con los inmigrantes posiblemente le va mejor. No obstante, apostó a un “falso nacionalismo” que no dejó de beneficiarle en segmentos blancos de menor nivel social y baja escolaridad, que a fin de cuentas, de forma silenciosa, le dio la victoria electoral inclusive en los denominados estados indecisos.

El electorado aprobó la autoridad y la oferta de hacer otra vez a Estados Unidos un país grande, lo que luce muy hermoso, pero difícil de alcanzar, al tratarse de un hombre que no inspira confianza dentro ni fuera. De llevar a la práctica sus propuestas de campaña podría anticiparse el inicio del fin de Estados Unidos como principal potencia del mundo.

El Nacional

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