Opinión

Dos graves retos

Dos graves retos

Leyendo el editorial del lunes 17 de abril del periódico El Día, que hasta hace poco dirigía nuestro querido y recordado amigo don Rafael Molina Morillo, en el cual nos presentaban una radiografía e identificaban dos graves retos actuales que amenazaban con cambiar el estilo de vida de los dominicanos.

En su análisis se exponía que nosotros los dominicanos solíamos ser muy estables en nuestro estilo de vida y que pocas cosas lograban alterarlo, también explicaba que nuestro país hace más de una década disfrutaba de cierta estabilidad económica, lo que había garantizado cierto sosiego, aunque se mantiene la inevitable inconformidad por la distribución de las riquezas generadas cada año y que se reflejaba en el crecimiento del Producto Interno Bruto, donde la corrupción administrativa apenas empezaba a inquietar a una parte de la población, especialmente en los niveles medio y alto.

Muy a pesar de estas luces identificaba dos factores que ya estaban trastornando el modo de ser y estilo de vida de los dominicanos y estos eran el caos en el tránsito y la delincuencia.

Ciertamente estos dos graves problemas que hoy nos agobian, donde se está perdiendo la seguridad y la confianza de disfrutar de lo ha sido uno de nuestros grandes activos como dominicanos y que es la paz y el calor humano, tan atrayentes para el turismo internacional, junto a nuestra belleza natural de playas y montañas para disfrutar sin ningún tipo de amenaza y peligros.

Hoy creo que no existe una sola familia dominicana que no haya sido víctima de la delincuencia, como si estuviéramos perdiendo la batalla ante este cáncer que sigue avanzando y haciendo metástasis en el cuerpo nacional.

Ni hablar del caos en el tránsito, donde pareciera imponerse el lema de sálvese quien pueda, y donde el irrespeto a las leyes y su aplicación pareciera ser selectivo. El único antídoto ante el caos es la aplicación de la ley, y una firme voluntad política y organizacional de hacer cumplirla, sin injusticias ni privilegios.

No podremos superar estos males si no hay un régimen de consecuencias firme y decidido, donde el ejemplo sea el mejor mensaje a los futuros infractores.

Viendo las cifras de los heridos y muertos en esta Semana Santa, que aunque según las autoridades disminuyó con relación a otros años, no se justifican estos resultados todavía preocupantes.

Es parte de los mismos excesos e irrespeto a nuestras leyes y a la falta de conciencia ciudadana, que muchas veces hay que imponerlas y esto es misión de las autoridades. Por Dios, vamos a corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho.

El Nacional

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