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Dos millones viven bajo la línea de pobreza

Dos millones viven bajo la línea de pobreza

   SANTIAGO.   El crecimiento económico que con alborozo y de más en más se anuncia en el cerrado universo de los medios oficiales adolesce de un vacío inexcusable: el  magro crecimiento social.

 Cero crecimiento social o crecimiento económico escaso o nimio entre esas masas cuya utilidad aumenta dramáticamente pero sólo por un día 16 de mayo de cada cuatrenio, determina el estado de indefención de la gran población deprimida.

  Mientras esa realidad  se exprese de la forma descarnada en que todavía ocurre en el país no hay razones para el alborozo sobre el crecimiento económico.

  Crecimiento es un vocablo que en la economía se traduce en abundancia de bienes  y servicios, de empleo, de aumento de reservas y de control y disciplina financieras, entre otras buenas nuevas.

 Pero si esos anuncios de bienestar se restringen a variables que olvidan o discriminan o no toman en cuenta a un sector amplio de la población no se puede ponderar con suficiente alegría su falso resplandor.

 A un núcleo muy específico de la población, por cierto el  que ya ha sido tradicionalmente altamente beneficiado, el intocable e inamovible, no huele a justicia social sino a aumento de privilegios a quienes siempre lo tuvieron. 

  Ese es un juego riesgoso con la verdad que la política admite como válido pero que no se casa con la verdad.

  Los organismos internacionales, que gracias a la política de endeudamiento irresponsable y sistemática con cargo al pueblo han pasado a controlar aspectos medulares de la sociedad dominicana, que incluyen el trazado de las estrategias políticas y económicas fundamentales, no tienen reparos en impulsar como esquema lo que hunde la vida social mínima de los dominicanos.

  Ambos conceptos, el de economía y el de sociedad no pueden ir divorciados no dirigirse uno a un matadero y otro al supermercado de las oportunidades.

  Las distorsiones que nacen de esta distorsión como criaturas  que se comen a su madre, tienen un costo político que a la corta o a la larga, se pagan.

  El crecimiento económico, para llegar a ser social tiene que mostrarse humano, los bienes y servicios deben llegar a las mayorías, debe haber un reenfoque comprensivo de la realidad altamente dramática que vive la gran población desesperada, desasistida, esculpida en la piedra de la indifensión, deshabitada por sus hipotéticos protectores, los políticos de ocasión, no estadistas, no planificadores, no muy bien versados en humanismo, casi siempre frívolos.

 No hay todavía un crecimiento social importante reflejado en los informes altamente optimistas del Banco Central.

  Aunque es mejor cualquier crecimiento, en ese orden, que ninguno, es como si a una criatura tuviera la crecieran desmesuradamente los pies pero no el resto del cuerpo.

  Es el absurdo de una flor hecha de espinas o de una vía que no conduce a ningún lugar.

  Para que haya razones sobre estas satisfacciones oficiales extemporáneas e insuficientes, que conllevan la ausencia un dato importantísimo, se necesita una dosis de contacto con la realidad.

 No es que sea insostenible lo que declara el BC sobre la economía ni que sea falso  o vituperable.

 Es insuficiente, nace mediatizado. Es una media verdad  como salida de un medio informa, otro absurdo.

  Pero el absurdo ha sido la regla no la excepción de casi todo en la República Dominicana, dígase lo que se diga.

Crecimiento

El Banco Central dijo que la economía crecerá un 3%  en el 2009, y que en los primeros nueve meses aumentó un 2,1% siendo una de las mejores de América Latina. Sin embargo, los organismos internacionales dicen que la pobreza aumentó.

El Nacional

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