Opinión

Duarte y los gobiernos

<P>Duarte y los gobiernos</P>

Desborda sinceramente la histórica fecha en que celebramos del bicentenario del nacimiento de nuestro Patricio Juan Pablo Duarte, quien, junto a los Trinitarios,  en una lucha sin paralelo, lograron darnos la patria libre, soberana e independiente que hoy somos.  En este orden, el actual gobierno acentúa las condiciones para levantar su respeto.

Duarte fue un ejemplo de estratega. En varias ocasiones viajó al exterior, tanto al exilio como a misiones. Después de declarada nuestra independencia, fue a la hermana República de Venezuela, la cual desde antes fue un auxilio de cooperación con nuestro país, como lo hiciere en vida el gran amigo, sin par, Hugo Chávez Frías, el cual nos ha mantenido de luto por varios días, con nuestra bandera a media asta, con motivo de su lamentable muerte, poniendo en evidencia en su funeral algo irrepetible donde decenas de países latinos y caribeños y de más allá han desfilado por su féretro, lamentando y en solidaridad democrática por ayudar a tantos países financiando proyectos de desarrollo con sus recursos petroleros. Por su gran carisma, mucha gente desfiló delante del féretro de manera espontánea. 

Asistieron comisiones de nuestro país, tanto acompañando a nuestro presidente Danilo Medina, así como al expresidente don Leonel Fernández y del sector opuesto y privado. 

Resulta digno nuestro luto, porque Venezuela, con afecto y con la sociedad que tenemos a través de Petrocaribe ha sido invalorable el aporte del país hermano. 

Por eso el mundo recordará al presidente Chávez, ido a destiempo, con gran apego por haber actuado como se debe, con dignidad, limpieza y clara solidaridad, en la vida de los hombres y los pueblos.   ¡Qué linda siembra para futuras generaciones dejó!

 Consideramos que no es osadía pensar que los propios restauradores nuestros llevaron en su alma y corazón el sentir de los Trinitarios y de las mujeres que acompañaron a Juana Saltitopa. 

Este aporte de nuestros patricios ha sido, como hemos tratado de explicar, un precedente para nuestra mayor referencia, de futuras generaciones.  Así como, a son de marchas entraron sin razón ni derecho al país las huestes del inmenso país Estados Unidos de América, sin llegar a la destrucción,  pero utilizando la inteligencia y sanas conversaciones llegamos a negociaciones otiles sin necesidad de usar armas, dando cupo al gran jurista y patriota Francisco J. Peynado para que arribara una justa solución con esa injusticia, volviendo a su pabellón de Duarte y de febrero a ondear las torres de nuestra dominicanidad; así como también es justo recordar la guerra civil del 1965 buscando la institucionalidad perdida a raíz del golpe al profesor Juan Bosch.  

 

El Nacional

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