Opinión

Duarte y racismo

Duarte y racismo

El secuestro de los símbolos patrios por los grupos anti-haitianos más radicales del país ha incluido desde sus inicios a los Padres de la Patria, especialmente a Juan Pablo Duarte, lo que lamentablemente ha degenerado en generar la percepción automática de los símbolos nacionales bajo un tono racista. Es difícil escuchar el nombre de algún movimiento o asociación que diga ser “Duartiano” o “Patriota” sin evitar imaginar que se trata de un grupo de gente que habla de la supuesta “haitianización del país”, “la fusión de la isla” y “la invasión pacífica”. La conversión de la figura de Duarte en un banderín del racismo, no solo desvirtúa los ideales y el pensamiento que el Padre de la Patria profesó, sino que expresamente le contradice. Es inaceptable que los símbolos patrios sigan siendo introducidos de forma tan irresponsable en un debate de políticas migratorias.

El debate migratorio en la República Dominicana ha tendido a degenerar en una retórica de patriotismo desde que la dictadura trujillista se escudara con propaganda nacionalista para justificar el genocidio de Octubre del 1937. Es penoso que casi 80 años después de ese hecho tan bochornoso, la opinión pública siga desviando la atención de un tema tan serio como la política migratoria del país hacia a una mediocre medición de patriotismo, lo que explica el porqué de que nunca hayamos llegado a una solución definitiva respecto de la migración.

Duarte fue un confeso admirador del proceso de liberación e independencia de la República de Haití, y participó en el Movimiento la Reforma en el año 1843, nunca mostrando desprecio u odio al pueblo haitiano. Es por esto que resulta paradójico que los “neo-patriotas” del Siglo XXI se cobijen en su figura para justificar sus miedos desmedidos a Haití.

Lo verdaderamente trágico del anti-haitianismo vestido de “nacionalismo” es que este busca empujar hacia la segregación social entre “ilegales” y dominicanos. Esta segregación por motivos de la supuesta “identidad nacional” no es nueva ni única a este país, ya ha demostrado servir como una profecía auto-inducida en muchos de los países donde se implantó, donde la creación de un “nosotros contra ellos” degeneró en altas tensiones sociales que luego desembocaron en violencia. El ultranacionalismo ha demostrado ser un veneno contra los países que alguna vez le enarbolaron.

La inmigración ilegal es un drama social y humano que afecta a países en todas partes del mundo, es una realidad ineludible sin conspiraciones de “invasiones pacíficas” o intentos “fusionistas”. La reacción desmedida amparada en el ultranacionalismo tenderá a afectar mucho más a la soberanía nacional dentro del contexto de la sociedad global de naciones, que a lo que jamás el flujo descontrolado de inmigrantes ilegales podrá lograr.

Seguir asociando los símbolos patrios para defender una postura extremista contra un grupo de seres humanos solo sirve en detrimento de esos mismos símbolos. No es justo que cuando escuche de “movimientos duartianos”, o personas marchando con banderas dominicanas, o de alguien con la cara pintada con los colores patrios en una protesta, me lleven a una ineludible asociación al racismo radical. Devuélvannos los símbolos de la Patria que estos son de todos, incluyendo aquellos que no comulgamos con sus prejuicios……

El Nacional

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