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Ecologicas

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Lomas, deforestación y ríos
Todos los grandes ríos del mundo tienen sus cabeceras en tierras montañosas y más de la mitad de la humanidad depende del agua dulce que se acumula en las zonas montañosas. Aunque constituyen una proporción relativamente pequeña de cuencas fluviales, la mayor parte del caudal se origina en las montañas, y esta proporción depende de las estaciones. Estos «depósitos de agua» son esenciales para el sustento de la humanidad. Al crecer la demanda, aumentan las posibilidades de conflicto por el uso del agua de las montañas.

La gestión cuidadosa de los recursos hídricos debe ser, por lo tanto, una prioridad absoluta en un mundo que está destinado a una crisis de agua en el próximo siglo. Muchas razones impulsan a centrar la atención en las montañas. Las más importantes son: abundancia de las precipitaciones. Las montañas forman barreras en la circulación de las masas de aire. Al tener que elevarse, el aire se enfría, lo que da lugar a las precipitaciones.

En las regiones semiáridas y áridas, sólo las tierras altas tienen pluviosidad suficiente para producir escorrentía y recargar las capas de agua subterránea. Almacenamiento y distribución del agua en las tierras bajas. Las aguas captadas a altitudes elevadas fluyen por gravedad por la red fluvial o las faldas acuíferas subterráneas hacia las tierras bajas, donde hay una fuerte demanda de los centros urbanos, la agricultura y la industria.

Por ejemplo, los 9 millones de dominicanos que dependen sobre todo del agua procedente de las montanas, y el 100 por ciento de la energía eléctrica para estas ciudades se produce en las centrales hidroeléctricas de las ciudades del país.

Ecosistemas frágiles. Las montañas son ecosistemas muy frágiles. Las lluvias intensas, las fuertes pendientes y los suelos poco firmes pueden dar lugar a fuertes escorrentías de superficie, erosiones y deslizamientos de tierras. Los sedimentos producidos por la erosión contaminan en alto grado las aguas de superficie. El uso de la tierra, el desarrollo de infraestructuras, la minería y el turismo en las zonas montañosas pueden condicionar notablemente la cantidad y la calidad del agua de los ríos y los acuíferos.

Nuestro país ha estado de espalda a esta situación y esto –necesariamente- conlleva – a una seria crisis futura en la situación hidrológica nacional: ya estamos viviendo parte de los inicios de esta crisis.

Conflictos en torno al agua. En todo el mundo. 214 cuencas fluviales, que acogen al 40 por ciento de la población mundial y abarcan más del 50 por ciento de la superficie terrestre de continentes e islas, son compartidas por dos o más países.

La distribución del agua de las zonas montañosas fue causa de 14 conflictos internacionales registrados en 1995. Por ejemplo, el conflicto árabe-israelí, aún siendo básicamente una disputa sobre seguridad y territorio, se refiere también a los suministros de agua dulce de las montañas fronterizas haitianas.

También surgen disputas sobre el agua en menor escala, entre tierras altas y bajas dentro de fronteras nacionales. Los abusos de las perforaciones en Jarabacoa y Constanza, por citar las zonas en donde residimos están creando serios problemas en las escorrentías que nutren al Yaque del Norte, Camú, Yuna, Jimenoa y otros de las cuencas altas y medias.

El Nacional

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