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Sahara, arena y realidad
Lo que es hoy el árido, caliente e inhóspito desierto del Sahara, en el norte de África, era una región de sabanas y praderas frondosas con algunos bosques y el hogar de cazadores y recolectores que vivían de una variedad animales y plantas, sostenidos por lagos permanentes y grandes cantidades de lluvias.

Eso fue entre hace unos 5.000 y 10.000 años, un período conocido como el “Sahara verde” o “Sahara húmedo”.

Es difícil imaginar que el mayor desierto cálido del mundo, que tiene una precipitación anual de apenas entre 35 y 100 milímetros, hace unos miles de años recibía lluvias hasta 20 veces más intensas. Los vientos estacionales monzones, traían lluvias cíclicas que mantenían fértil la tierra.

Hay diferentes estudios que reconstruyen el clima y la vegetación del Sahara en los últimos 10.000 años. Uno de los más recientes, publicado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Estocolmo, en Suecia, y las universidades de Columbia y Arizona en Estados Unidos, analizó la sedimentación marina en el norte de África para encontrar un patrón de lluvias.

“La parte oriental pudo ser un poco más seca, mas de pastizales arriba del paralelo 25 norte”. Otros investigadores, sin embargo, plantean una vegetación más frondosa, con árboles y lagos donde rondaban grandes animales.

“La evidencia fósil y de polen es bastante clara”, aseguró el doctor David McGee, profesor del Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Massachusetts Insititute of Technology (MIT) en EE.UU. McGee compara esa vegetación del Sahara verde con la del actual Serengueti, en Tanzania. “Se han encontrado fósiles de grandes animales que hoy ya no se ven en vida en el Sahara. Cocodrilos, elefantes, hipopótamos”. Asentamientos humanos antiguos también dejaron evidencia de una amplia fauna, señaló el doctor McGee.

“Vemos arte rupestre que representan jirafas en medio del Sahara. Ahí también encontramos anzuelos antiguos, sugiriendo un estilo de vida profundamente diferente de cómo se viviría actualmente en esa parte del desierto”.

En los pocos y muy asilados cuerpos de agua que todavía existen, se encuentran peces de la misma especie, estrechamente relacionados pero sin manera moderna de contacto.

“Eso sugiere que, en el pasado, hubo vías acuáticas que los comunicaban”, “El Sahara se volvió verde cuando salimos del período glaciar. El sol de verano se volvió más fuerte hace unos 9.000 años y trajo una serie de repercusiones”, explicó Pausata “Cuando el Sahara se calentó, las lluvias monzones se volvieron más fuertes, lo que condujo a una mayor vegetación que, a su vez, redujo las emisiones de polvo y disminuyó la reflexión de la luz promoviendo más precipitación”.

Ese reflejo de luz solar, ya sea de la superficie de la tierra o del polvo que flota en la atmósfera, se conoce como albedo y es uno de los factores más importantes en la aridez de una región. Ese intenso albedo, la luz reflejada del color crema claro en la superficie del desierto y también por el alto contenido de partículas minerales en el ambiente es lo que ha contribuido a la desertificación del Sahara. Era el denominado óptimo climático sahariano.

El Nacional

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