Opinión

Ecos de Watergate

Ecos de Watergate

Watergate fue el célebre escándalo de espionaje en la sede del Partido Demócrata para las elecciones de 1972 en Estados Unidos, que resultó de una investigación periodística  que determinó la renuncia del presidente Richard Nixon.

Los ecos de un episodio histórico, que inmortalizó a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, han vuelto a reverberar con el caso Bárcenas, en España, y las cuestionadas operaciones por las que se indaga al senador Robert Meléndez. Ambos hechos, si bien distan mucho de la repercusión de Watergate, han tenido la virtud de colocar en primer plano el papel de la prensa en una de las etapas más desafiantes para los medios de comunicación. Una etapa en que la rutina, los intereses particulares y la crisis económica conspiran tanto contra la industria como contra el buen periodismo.

El País, de España, descubrió que el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, había manejado una contabilidad secreta, en la que aparecía el nombre del actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, entre los beneficiados con sobresueldos. Aparte de unos 22 millones de euros que se le descubrieron en una cuenta secreta en Suiza, que transparentó, sin justificar su procedencia, a través de una ley de amnistía.

Aunque en República Dominicana el escándalo no sea ni siquiera noticia, en España, jalonada por una profunda crisis económica, la publicación ha causado tanta indignación que ha generado un amplio movimiento que reclama la renuncia del presidente Rajoy.

No va a llegar tan lejos, pero  El País   ha reivindicado el honor de los medios al cumplir con su misión informativa.

 Similar rol ha desempeñado en la actualidad la prensa estadounidense sobre la estrecha relación y colaboración del senador por New Jersey con el oftalmólogo  Salomón Melgen.

De un allanamiento al consultorio del médico dominicano por supuestas irregularidades con el Medicare han salido a relucir suspicaces operaciones. Lo más relevante, al menos por ahora, ha sido la influencia que habría ejercido el congresistas para presionar al Gobierno a que conceda un contrato para la instalación de un sistema de rayos X en los puertos a su amigo Melgen.

No se trata, por supuesto, del final de la historia. Por la experiencia del escándalo Watergate puede darse por descontado que la prensa estadounidense no soltará el caso hasta desenredar por completo la madeja.

El caso Bárcenas no tendrá mayores efectos que el de exponer la corrupción y la doble moral de la clase política. Pero el resultado de la investigación sobre la relación Menéndez, Melgen y el contrato de rayos X es todavía una incógnita.  Sin embargo, y para bien del periodismo, algunos medios están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.

El Nacional

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