Editorial

Editorial

Editorial

El infierno.-

El tránsito de vehículos en el Gran Santo Domingo y Santiago ha degenerado en un desorden, que además de angustia y pérdida de tiempo a conductores y pasajeros, ocasiona pérdidas millonarias a la economía.

Es verdad que todas las grandes metrópolis padecen de congestionamiento vehicular, pero no de una crónica anarquía causada por el incumplimiento de la ley por parte de choferes, conductores y peatones, y por la carencia de una efectiva planificación vial.

No es posible llegar a tiempo a ningún lugar si se transita en vehículos privados, carros o guaguas públicas por cualquiera de las avenidas o corredores urbanos, porque los taponamientos son literalmente eternos y no tienen horas fijas para producirse.

De nada ha valido que la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) coloque barreras adicionales en las vías de mayor congestionamiento para evitar que conductores improvisen hileras adicionales para intentar penetrar a elevados y túneles o cruzar concurridas intersecciones.

Aquí no se respetan las luces de los semáforos, se maneja en vía contraria y cada cual estaciona su vehículo en zona prohibida, y los transeúntes no usan las franjas blancas peatonales para cruzar las calles, lo que agrava el pandemónium del tránsito.

Las horas de labores o de estudios que miles de personas pierden cada día en los interminables taponamientos vehiculares representan al año más de un 1% del Producto Interno Bruto (PIB), por lo que se requiere abordar el problema con urgencia, profundidad y precisión.

Lo más grave del caso es que cada vez son más frecuentes los incidentes entre conductores y agentes de Amet, señal de que prevalece o se incrementa el irrespeto a la autoridad y a la ley, especialmente por ciudadanos que se guarecen detrás de la influencia de cargos públicos o de la familiaridad con algún ente de poder.

Lo conveniente sería que el Ministerio de Obras Públicas, Amet y los ayuntamientos procuren asesoría internacional en materia de ordenamiento vial, a los fines de enfrentar el infierno que es hoy el tránsito en el Gran Santo Domingo, Santiago y otras ciudades.

El Nacional

La Voz de Todos