Opinión

Editorial: El buen padre

Editorial: El buen padre

El dedo índice de la sociedad, la más de las veces como reprimenda, señala siempre al padre, a quien le reclama una mayor cuota de sacrificio y de abnegación por su esposa e hijos y que pastoree sus ovejas con sabiduría, responsabilidad y tolerancia.

Contrario a la mujer, que nace con el designio divino de la creación y que en sí misma se erige como la más extraordinaria expresión de amor, el hombre requiere forjar con sus hechos el aura que ilumina a los ángeles.

A un buen padre no le es ajeno el feminicidio, flagelo que corroe a la familia y a la sociedad y que ha cobrado este año la vida de casi medio centenar de mujeres a manos de hombres despechados.

Tampoco sería indiferente al drama de niños vueltos adultos a destiempo para poder reemplazar a un hombre irresponsable que no quiso cobijar a sus hijos ni proveerles pan, vestido, educación, consuelo y de amor paterno.

En una sociedad signada por la discriminación de género, le corresponde al esposo y padre diseminar en el huerto familiar la semilla de la igualdad y de salvaguardar los derechos de su mujer y de su prole como niñas de propios ojos.

Al festejarse hoy el Día del Padre, los votos son para que cada progenitor cumpla a cabalidad con todos los parámetros que identifican al ejemplar progenitor, que también reúne las cualidades de buen hijo y buen esposo.

El Nacional se une al festejo que la familia y la sociedad dispensan hoy a cada uno de los hombres que detentan con orgullo y responsabilidad la condición de padre, por el que se elevan preces al Altísimo para que los colme junto a los suyos de bendiciones y de ventura personal.

El Nacional

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