Opinión

EDITORIAL: ¿Reír o llorar?

EDITORIAL:  ¿Reír o llorar?

El informe del Banco Central sobre “Reforma Fiscal en Estados Unidos y sus Posibles Impactos en la Economía Dominicana” resulta útil, oportuno y de obligatoria atención para el Gobierno e intervinientes en las actividades productivas y financieras.
En ese estudio se aconseja no temer a la reforma impositiva que impulsa el presidente Donald Trump en Estados Unidos al considerar que, por el contrario, ayudaría a impulsar el turismo, zonas francas y remesas, además de arrastrar una expansión de la economía local.
En torno a esa reforma fiscal que reduce las tasas impositivas a empresas que retornen a Estados Unidos, se ha dicho que provocaría un éxodo de capitales ya instalados en República Dominicana y que disminuiría el volumen de la inversión extranjera directa, estimado en unos US$2,500 millones al año.
Los analistas del Banco Central descartan la posibilidad de que esa reforma fiscal afecte a las zonas francas, en razón de que el salario mínimo de ese sector es el equivalente a 204 dólares mensuales mientras en Estados Unidos asciende a US$1,500, un 721% más alto. Ante esas estadísticas no se sabe si reír o llorar.
El Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y otras instituciones multilaterales han aconsejado al Gobierno reducir las exenciones y exoneraciones a los parques industriales, cuyos promotores han advertido que una iniciativa de esa naturaleza pondría en peligro unas 170 mil plazas de empleos, la mayoría con salario de diez mil pesos.
Como ventaja comparativa se resalta que las zonas francas locales se benefician con exoneraciones fiscales importantes a importaciones de materias primas, equipos, impuestos selectivos al consumo, impuestos a hidrocarburos, cuyos montos equivalen a 1.2% del Producto Interno Bruto. El dilema es el mismo, si reír o llorar.
Como consecuencia del fin del Acuerdo Mundial Multifibras en 2005, y también por el estallido en 2008 de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos, las zonas francas locales ingresaron en periodo de profunda crisis, lo que obligó al Gobierno a subvencionar parte de los salarios para evitar despidos aún mayores de los que se produjeron.
Hoy se afirma que a causa de salarios súper deprimidos y porque se benefician con exenciones y exoneraciones equivalentes al 1,2% del PIB, esos parques industriales no serían afectados por la reforma fiscal del presidente Trump, por lo que los 170 mil empleos que proveen no corren peligro. ¿Reír o llorar?

El Nacional

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