Opinión

Editorial: ¡Viva la República!

Editorial: ¡Viva la República!

Sobran motivos para que la nación dominicana, que hoy festeja el 174 aniversario de su independencia, proclame en todos los confines de la tierra la trascendencia de esa efeméride y el sacrificio que ha costado a sus buenos hijos defender y preservar los principios de libertad y soberanía legados por los forjadores de la nacionalidad.

Desde antes del trabucazo, el 27 de febrero de 1844, que anunció la proclamación de la República, traidores y vacilantes acarreaban la tea de la discordia con el propósito de incendiar la pradera separatista donde debía nacer la Patria, tanto así que al concluir la primera batalla, la espada victoriosa trajo consigo la semilla de la traición.

Por concebir y promover el nacimiento de una República libre e independiente, a Juan Pablo Duarte le obligaron a ingerir la cicuta de un largo exilio, que con el paréntesis de un breve retorno para intentar incorporarse a la lucha por la Restauración, se prolongó hasta su muerte.

El patricio Francisco del Rosario Sánchez murió fusilado en el lejano sur al fracasar su proyecto de restablecer con las armas el juramento de los trinitarios de instaurar aquí una República libre e independiente de toda potencia extranjera, no sin antes proclamar que “yo soy la bandera nacional”.

Como si fuera un designio fatal, Matías Ramón Mella, quien disparó el trabuco que ahuyentó fantasmas de vacilación y temor en la hora de los hornos, encontró la muerte sobre un camastro, aguijoneado por la disentería, la pobreza y el olvido.

Hijos de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón han luchado una y otra vez a lo largo de los 174 años de vida republicana contra toda forma de perfidia, ingratitud, insidia y ambición, que en más de una ocasión ha sido causa de invasión y ocupación militar o de que la propia patria se ofrezca en venta al mejor postor.

Los traidores de ayer y de hoy deberían asimilar la impertérrita lección de la historia de que ningún acto o complicidad destinado a drenar o socavar el árbol de la República heredada de Duarte, los trinitarios y los restauradores, ha de quedar sin el merecido castigo, consistente en el desprecio eterno contra quienes incurran en tal felonía.

Hoy, Día de la Independencia Nacional, los dominicanos, con júbilo y orgullo exhiben y proclaman su bandera y gentilicio, y renuevan el Juramento Trinitario de luchar siempre y para siempre por una República libre e independiente, en el entendido de que si así no fuera, es preferible que se hunda la isla.

El Nacional

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