Editorial

Editorial: Voluntad y valor

Editorial: Voluntad y valor

A finales de octubre de 2015, la Procuraduría Especializada de Persecución a la Corrupción Administrativa (Pepca) reveló que llevaba 20 acusaciones de corrupción pendientes de fallo en los tribunales y que investigaba otros 40 casos, pero al día de hoy no se sabe a ciencia cierta el destino jurídico de esos expedientes.

La lucha anticorrupción se ha vuelto muy mediática o circense sin que se conozca que la sociedad a través del Ministerio Público obtuvo ganancia de causa o hizo prevalecer en los tribunales el mentado régimen de consecuencias.

Hace más de un año que la magistrada Laura Guerrero Pelletier informó en presencia del entonces embajador de Estados Unidos James Brewster, que su oficina manejaba unos 60 casos de corrupción, incluidos una veintena que aguardaban por sentencias en cortes penales. ¿Cuál es el estado actual de esos expedientes?

El número de denuncias sobre prevaricación es ahora mucho mayor, incluido el megaexpediente Odebrecht, lo que indica que por los pasillos de la Pepca no se podría caminar con tantos papeles por doquier, pero son pocos los procuradores que postulan esos casos ante los tribunales.

Tampoco se observa mucha actividad anticorrupción en las fiscalías, quizás porque la ley otorga a la Procuraduría Especializada el monopolio de la persecución en los casos de prevaricación o porque esa dependencia no delega trabajo en jurisdicciones menores.

Se sabe que decenas de procuradores adjuntos hurgan como hormigas en esos casos en procura de identificar o localizar pruebas y evidencias, pero no hay formas de lograr que un juez imponga algún tipo de sanción ante cualquier ilícito relacionado con corrupción administrativa.

Tal parece que el Ministerio Público ha sido dotado de una Procuraduría Anticorrupción que nació enferma de macrocefalia o que la misma hidra de siete cabezas le impide desenvainar su espada para cercenar todos los cuellos del cohecho.

Constituye un grave error confundir a los medios de comunicación con los tribunales, usarlos como almohada para un inducido sueño o como coliseo romano donde las fieras destripen a moros y cristianos. Para combatir la corrupción se requiere de voluntad política y de mucho valor.

El Nacional

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